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Xenofobia
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Otro panorama

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Otro panorama

Si se hubieran propuesto impulsar a la derecha nacionalista, los radicales islámicos no lo habrían hecho mejor. Gobiernos como los de Hungría y Polonia, y movimientos xenófobos en Francia, Grecia, Alemania, Bélgica y otros lugares, han recibido un extraordinario apoyo con las matanzas en París, siendo vindicadas sus advertencias acerca de las nefastas consecuencias de la inmigración.

Un puñado de individuos, en apariencia menos de treinta en total, puede haber conseguido cambiar la actitud de apertura y solidaridad humana que se estaba abriendo paso.

La economía jugó un papel en esa apertura, pues las perspectivas de descenso y envejecimiento progresivo de la población dieron pie a pronósticos alarmantes sobre la incapacidad de sustentar los sistemas europeos de seguridad social.

Los inmigrantes, en su inmensa mayoría jóvenes, podían cambiar la estructura y tendencia demográficas, creando una base para el crecimiento económico de las próximas décadas. El panorama parece ser ahora otro.

Por la propia dinámica electoral de la política europea, los gobiernos tienen que reaccionar aplicando las restricciones que la opinión pública les demanda.

Se vislumbra una Europa más cerrada, con más controles fronterizos y una mayor vigilancia de las minorías étnicas, donde la importancia económica de los inmigrantes, documentada en numerosas evaluaciones, perderá terreno ante las consideraciones de seguridad e identidad nacional. Será, si ocurre, un lamentable retroceso que afectará el potencial de crecimiento de Europa y todo el resto del mundo.

El rechazo a los inmigrantes tiende a ser mayor si éstos son fáciles de distinguir, por su aspecto, costumbres, idioma o religión, de la población local. Se les califica de intrusos, y se destaca lo que cuesta alimentarlos, alojarlos, transportarlos, educarlos, vigilarlos y mantenerlos saludables. Sus aportes a la economía, sin embargo, no reciben la misma atención.

gvolmar@diariolibre.com

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