Presiones alcistas

La fiebre puede tener muchas causas. Hay condiciones que la producen, como las gripes o infecciones, que suelen ser fáciles de identificar. En otros casos, sin embargo, las razones que la motivan son más complejas, más difíciles de puntualizar con precisión.

Tal como en esos otros casos, no es sencillo atribuir el comportamiento de la prima del dólar en nuestro país a causas específicas. Siendo el resultado de numerosos factores que inciden sobre la oferta y la demanda, la prima refleja una gran variedad de influencias, algunas de las cuales son cíclicas, otras transitorias y unas cuantas estructurales.

Nuestra exposición a los cambios en la prima guarda relación con su vinculación con la inflación y el costo de la deuda externa. Por el primer vínculo, dada nuestra dependencia de las importaciones, la estabilidad de precios está intrínsecamente ligada a la estabilidad cambiaria. Y por el segundo vínculo, el gasto público en pesos derivado del endeudamiento externo también va de la mano con el valor del dólar.

En esas circunstancias se ha dejado, implícita o explícitamente, que el Banco Central y sus políticas asuman la carga de mantener la inflación bajo control, hacer que el país siga siendo atractivo para los inversionistas foráneos, impedir que por causa de la deuda externa se agrave el déficit fiscal, preservar el valor real de los activos financieros, y evitar que las expectativas giren hacia la inestabilidad. Los mecanismos que utiliza para lograr esos propósitos son, evidentemente, los que tiene a su disposición. Usa sus reservas, vende valores para retirar dinero, consigue que el sistema bancario le apoye, y ha persuadido al país de que no vacilará en hacer lo que sea necesario para controlar la situación.

Por igual, la opinión pública considera el alza de la prima como una señal de debilidad de nuestra economía, y una grave amenaza para el poder adquisitivo de los ingresos familiares.

Gustavo Volmar