Protección contra inmigrantes

Entre los ingresos de las bandas criminales surgidas en los EE.UU. a la sombra de la prohibición a las bebidas alcohólicas en los 1930’s, figuraban pagos por “protección” que los negocios tenían que hacerles para evitar ser objeto de atentados con bombas, incendios provocados y asesinatos.

Una especie de protección forma parte ahora de los planes de la Unión Europea para detener o aminorar la entrada de inmigrantes, con la diferencia de que en este caso quienes van a pagar son los que han tomado la iniciativa. Diseñaron un programa de US$3,300 millones para Siria y sus vecinos, y han ofrecido US$1,950 millones de ayuda a estados africanos, a cambio de medidas encaminadas a retener allá esos emigrantes, evitando que viajen a Europa. Es como si la República Dominicana ofreciera pagos al gobierno de Haití para que impida que los haitianos crucen la frontera.

Igual que en el caso dominicano con Haití, los europeos no pueden cambiar la geografía. Su proximidad al Medio Oriente y a África les expone a los flujos migratorios, y cada historia personal de alguien que ha logrado entrar y quedarse alienta a otros a hacer lo mismo. Su estrategia inicial fue utilizar su poderío naval para tratar de bloquear la salida de barcos con emigrantes desde Libia hacia Italia, pero el cambio en las zonas de procedencia frustró ese mecanismo. Actualmente la mayoría está llegando por vía terrestre, más difíciles de detectar y bloquear que embarcaciones en puertos de mar, lo que ha hecho que los europeos recurran a las ofertas de dinero.

Pero sucede que a las naciones de donde los emigrantes proceden les es más rentable salir de ellos que recibir ayudas para mantenerlos allá. Son fuente de conflictos étnicos, generan inestabilidad política, tienen colapsados a los sistemas de seguridad social, y luego de que se asientan en sus lugares de destino envían remesas que apuntalan las decaídas monedas nacionales.

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Gustavo Volmar