Rol de los déficits

Los déficits comerciales son vistos como señal de que algo anda mal en las relaciones entre naciones. Los ven así, por supuesto, los países que los tienen. Los otros, los de los superávits, los perciben de forma distinta. Se dice que el comercio es favorable para el país que vende más que lo que compra, y desfavorable si sucede lo contrario. El disgusto del nuevo gobierno estadounidense con México y China surge de ese criterio. Le molesta que los EE.UU. importen de ellos mucho más que lo que les exporten.

Los déficits comerciales son, sin embargo, parte esencial de la eficiencia económica. Son el mecanismo por medio del cual las naciones pueden elevar la producción de bienes y servicios, comprando de unos países y vendiendo a otros, sin tener que equilibrar el intercambio individualmente con cada uno de ellos.

La experiencia personal puede servir para ilustrar el rol que los déficits desempeñan. Consideremos un asalariado que labora en una empresa. Tendrá un superávit en su intercambio con esa empresa, pues el dinero que recibirá de ella por su trabajo seguramente será mayor que la suma que pueda gastar comprándole bienes o servicios. Si su salario es su único ingreso, ese individuo tendrá déficits con todos los demás con quienes tenga relaciones económicas, sean estos supermercados, farmacias, colegios, transportistas o compañías telefónicas. Y no hay nada malo en eso, pues los déficits le permiten dedicarse a producir para la empresa que lo empleó, haciendo lo que está más apto para hacer. Otros casos son menos extremos, como ocurre con los médicos que tienen sus propios consultorios, los cuales tienen superávits con la gran mayoría de sus pacientes.

La presencia de déficits comerciales es, por lo tanto, esencial para el funcionamiento de la economía mundial. Pero otra cosa es que al sumar déficits y superávits un país tenga un alto déficit global neto, como sucede a nuestro país y a los EE.UU.

Gustavo Volmar