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Gasto tributario
Gasto tributario

Sacrificio sacrificable

La economía tiene paradojas. No sólo a lo que otrora se conocía como sacrificio fiscal se le llama hoy en día gasto tributario, sino que el debate que se perfila en el horizonte cercano será qué parte de ese gasto puede ser eliminado, que es algo así como decidir cuánto del sacrificio será sacrificado.

La batalla del gasto tributario está por comenzar. O diríamos mejor continuar, pues se viene librando desde hace tiempo. El gobierno se propone, con el visto bueno de los organismos financieros internacionales, revisar las exenciones, deducciones y demás vías por las que deja de recaudar impuestos que entiende necesita.

Cita con ese propósito los grandes requerimientos de gastos e inversiones públicas para fines de salud, seguridad, transporte, energía y muchos otros servicios que la población reiteradamente reclama. Sin recaudaciones adicionales tendría que endeudarse más todavía, algo que la mayoría de los analistas y los propios empresarios considera preocupante. Y menciona además cifras de compromisos y baja presión tributaria para concluir que pretender lograr eso reduciendo otros gastos es irreal.

Sacrificar el sacrificio supone realmente transferirlo. Alguien que antes no pagaba, o pagaba menos, tendrá que cargar con el impuesto, lo que lógicamente nadie quiere hacer. En algunos casos quien asumiría la carga no sería necesariamente el que pagaría el gravamen directamente, como sucedería si el combustible de las plantas fuera gravado y la tarifa eléctrica subiera. En otros casos la producción o el consumo podría cesar o reducirse.

Cada sector interesado en defender su porción del gasto tributario tratará de demostrar que los frutos exceden por mucho a los costos, que sin ese incentivo no podrían competir, que emplean personas o compran cosas que pagan impuestos, que aportan dólares al sistema, o que operan en áreas deprimidas. Que sean otros, menos prioritarios, los que paguen.

gvolmar@diariolibre.com

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