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La venta del Novo Banco no llega a buen puerto y la incógnita continúa

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La venta del Novo Banco no llega a buen puerto y la incógnita continúa
Una mujer utiliza un cajero automático en la sede del Banco Espirito Santo (BES) en Lisboa (Portugal), el 4 de agosto de 2014. (EFE/MARIO CRUZ)

LISBOA. El proceso abierto por las autoridades portuguesas para vender el Novo Banco, heredero del Banco Espírito Santo (BES), no fructificó al primer intento, lo que prolonga la incertidumbre que rodea una operación ya de por sí sensible y controvertida.

El Banco de Portugal informó hoy del fracaso de las negociaciones con el candidato que había sido elegido previamente por presentar la mejor propuesta en la fase final del concurso y anunció que ya ha invitado al aspirante que acabó en segunda posición a iniciar conversaciones.

Aunque el banco central luso continúa sin especificar el nombre de las compañías interesadas, la prensa portuguesa da por hecho que el primer clasificado es la aseguradora china Anbang, seguida del fondo de inversión estadounidense Apollo y de la también china Fosun.

Este primer revés en la venta del Novo Banco se produce sólo un día después de que la entidad publicara los resultados del primer semestre de 2015, que cerró con pérdidas por valor de 252 millones de euros.

La operación es seguida con expectación en Portugal, ya que el Estado facilitó fondos públicos para la creación de la nueva firma, lo que da una dimensión también política al caso, con Gobierno y oposición enfrentados cuando apenas falta un mes para las elecciones generales.

El BES fue intervenido por el Banco de Portugal en agosto de 2014, tras detectarse pérdidas multimillonarias e irregularidades contables derivadas del derrumbe del Grupo Espírito Santo, al que pertenecía.

Ante esa tesitura, el supervisor luso optó por dividir la entidad, con una parte que agrupa los activos “sanos” -para lo que se constituyó el Novo Banco- y otra que se quedó con los tóxicos.

Para poner en marcha el Novo Banco se recurrió al llamado “Fondo de Resolución”, participado por todos los miembros del sector financiero del país, y para capitalizarlo se aportaron 4.900 millones de euros.

Sin embargo, debido a la falta de fondos en ese momento, 3.900 millones procedieron de un préstamo acordado con el Estado y que debe ser devuelto a lo largo de 2016.

La solución encontrada por el banco central fue apoyada desde el principio por el actual Ejecutivo portugués, de signo conservador, mientras que la oposición de izquierdas manifestó sus dudas y alertó de que, en última instancia, puede llegar a provocar pérdidas al erario público.

Si el Novo Banco fuera vendido por un importe inferior a los 4.900 millones de euros invertidos en su creación, los perjuicios deberán ser asumidos, de forma proporcional, por las entidades financieras del país, entre ellas la Caixa Geral de Depósitos, que es pública.

El fracaso de las negociaciones con Anbang provocó un torrente de reacciones entre la oposición, que alertó en bloque de los riesgos que entraña el proceso.

Desde el Partido Socialista, su líder António Costa -empatado en los sondeos electorales con el primer ministro portugués, Pedro Passos Coelho- acusó hoy al Ejecutivo de intentar “crear la ilusión” de que la venta no afectará de una forma u otra a los contribuyentes.

“Fue un error gravísimo (...) La intervención -en el BES- tenía que hacerse, pero nunca se debería haber ilusionado a los contribuyentes”, insistió.

Desde el marxista Bloque de Izquierda, Mariana Mortágua criticó los elevados “costes” que acabará provocando la venta del Novo Banco e incidió en que “la estrategia del Ejecutivo de vender con prisas es equivocada”, ya que el valor de la entidad ya se devaluó.

Por el momento, las autoridades portuguesas no han proporcionado más detalles sobre los plazos y el contenido de las negociaciones con el segundo candidato, por lo que el proceso amenaza con convertirse en uno de los protagonistas de la campaña de cara a los comicios del próximo 4 de octubre.

Por Óscar Tomasi

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