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Mitsubishi realizó pruebas irregulares de consumo de sus vehículos desde 1991

El sexto fabricante nipón de vehículos ofreció nuevos detalles sobre la manipulación

TOKIO. Mitsubishi Motors reconoció hoy que ha cometido irregularidades al medir el consumo de combustible de sus vehículos desde hace 25 años, lo que eleva el alcance del escándalo sobre el falseo de datos de este tipo para varios de sus modelos.

El sexto fabricante nipón de vehículos ofreció nuevos detalles sobre la manipulación de los resultados de eficiencia energética con la que se comercializaron sus vehículos, un caso que ha llevado a la compañía a perder la mitad de su cotización bursátil, y cuyo verdadera magnitud aún se desconoce.

La práctica se remonta al menos a 1991, cuando la empresa continuó empleando métodos de prueba que Japón había invalidado, y además reutilizó datos técnicos de determinados modelos para medir el consumo de otros vehículos, según admitió hoy en rueda de prensa el presidente de la compañía, Tetsuro Aikawa.

En concreto, Mitsubishi tomó los datos técnicos más favorables posibles para cuatro modelos de minivehículos, de modo que sus resultados en las pruebas de eficiencia de combustible -una de las facetas que permite a este tipo de automóviles ser competitivos- fueron exagerados en un 10 por ciento, explicó Aikawa.

La información que la empresa remitió a las autoridades niponas y con la que se vendieron los modelos señalaba que éstos podían recorrer 29,2 kilómetros por litro de combustible, en lugar de los 26,4 kilómetros reales.

Los métodos para testar el gasto de combustible empleados por Mitsubishi se basaban en el estándar estadounidense, que tienen más en cuenta la conducción en autopista, pero no se ajustan a la normativa nipona, centrada en el rendimiento del vehículo en un entorno urbano.

La compañía desconoce por ahora el total de modelos afectados, así como cuántos vehículos fueron comercializados con datos irregulares y los “motivos” de la manipulación, indicó su presidente.

La empresa halló las irregularidades tras realizar una investigación interna, cuyos resultados finales se conocerán en unos tres meses, manifestó Aikawa, quien añadió que se están estudiando “medidas para compensar a los clientes”.

El Gobierno nipón, por su parte, ha puesto en marcha otra comisión de investigación para examinar los métodos empleados por este y otros fabricantes para medir el consumo de sus vehículos, y que ha ya realizado inspecciones en instalaciones de Mitsubishi.

“Se trata de un asunto muy grave que debe ser indagado. Necesitamos determinar quién es responsable de la falsificación para asegurarnos de que esto no vuelva a suceder”, declaró hoy a los medios nacionales el ministro nipón de Transporte, Keiichi Ishii.

Los nuevos detalles del caso se han desvelado una semana después de que Mitsubishi reconociera que modificó la presión del aire de los neumáticos durante las pruebas de consumo de combustible de unas 625.000 unidades vendidas en Japón de los modelos ek Wagon, ek Space, Dayz y Dayz Roox (estos dos últimos comercializados por Nissan).

El escándalo pone en entredicho el futuro de la compañía debido al volumen de las posibles indemnizaciones que tendrá que pagar a conductores y a Nissan, e incluso al Gobierno, debido a las ayudas públicas que Mitsubishi recibió vinculadas con sus datos de eficiencia energética.

Tras conocerse los nuevos detalles sobre el caso, Mitsubishi Motors cayó hoy por quinto día consecutivo en la Bolsa de Tokio y cerró con unas pérdidas de un 9,58 por ciento, con lo que acumula ya un desplome de casi la mitad de su valor de mercado desde el pasado día 20.

Este episodio trae a la memoria otro escándalo protagonizado por la empresa en 2000, cuando admitió que había ocultado de forma sistemática defectos de fabricación que mancharon su imagen y desembocaron en un rescate financiero de la empresa por otras del conglomerado Mitsubishi.

Además, supone otro varapalo para la credibilidad del sector, en tela de juicio tras la sonada manipulación masiva de pruebas de emisiones de Volkswagen, que incluyó un software en 11 millones de coches diesel para que redujeran el volumen de gases contaminantes a expulsar en el momento de ser testado.

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