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...Te lo vendo

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...Te lo vendo
No importa la edad, siempre se puede aprender a negociar (DIARIO LIBRE/ARCHIVO)

Está demostrado que no importa la edad, siempre se puede aprender a negociar.

EN ESTOS DÍAS MI HERMANA me llamó exclusivamente para contarme una anécdota de un hecho que recién le había ocurrido. Visitaron a unos relacionados y su hija de diecinueve años jugaba en un futbolín. “Qué bueno está este juego”, dijo emocionada. “¿Te gusta? Te lo vendo”, le dijo el niño de seis años, dueño del juguete.

–¿En cuánto?

–Dame diez mil pesos.

–No tengo dinero.

–¿Cuánto tienes?

...

Es para mí muy interesante como un niño de seis años ya está afinado para hacer negocios. Claro que a esa edad es peligroso, podría vender cosas que no le pertenecen...ciertamente me asusta.

¿La parte buena? Queda demostrado que no importa la edad, siempre se puede aprender a negociar; herramienta más que importante para la vida...siempre digo que el que sabe vender no tiene derecho a pasar hambre.

Muchas personas tienen miedo a las ventas, piensan que no están hechas para ellas y rehúyen. La mayoría tiene miedo al rechazo; otros son tímidos y no quieren enfrentar la necesidad de hacer contacto con un desconocido; algunos temen que los amigos les salgan corriendo; unos cuantos odian a los vendedores buhoneros, esos que le venden arena a un árabe en medio del desierto, etc.

Vender es parte del día a día; vendemos ideas, posiciones, deseos, etc. Si quiere que un hijo haga algo es mejor venderle que obligarlo. Si se lo impone estará consiguiendo su objetivo en ese momento, lo llevará a tener que imponer su voluntad cada vez que quiera que se repita la acción. Cuando logre venderle la idea estará mucho más cerca de que, cada vez que se presente la situación, él lo haga como usted quiere.

Imponer no es vender; engañar para que mi producto salga y yo ganar dinero tampoco es la mejor forma de vender. Debemos cubrir necesidades, ya sea con un producto, un servicio o una idea. La otra persona debe sentir que logra lo que necesita... que no siempre sepa que lo necesita es el gran detalle. Muchas veces tendremos que encontrar cuál es la necesidad real, hacerle entender esa necesidad y luego la persona estará dispuesta a escuchar lo que tenemos para cubrir dicha necesidad; nunca antes de eso, como explico por extenso en mi libro: Ventas, Oratoria y Lenguaje del Cuerpo.

Volviendo al vendedor prematuro que dio pie a este escrito, no crea que estoy de acuerdo con su forma. Me parece que es demasiado intenso y podría llevar a problemas el que quiera vender todo lo que a otro le interese: Espere a leer cómo siguió la historia para que disfrute. Ponerle atención a tiempo y lograr un buen equilibrio sería lo más productivo. ¿Cómo? El caso no es fácil, pero yo diría que debe tratarlo profesionalmente.

–Dame una galletita –le dice un adulto.

–Te la vendo.

–¿A cuánto?

–Tres por diez pesos.

–No tengo ese dinero.

–Vamos a hacer una cosa, te doy las primeras dos de gratis, a partir de ahí me las pagas.

Le entregó dos galletitas. Al cabo de un tiempo fue y le regaló otra. Cuando el adulto se retiraba le dijo:

–Me debes 10 pesos.

“Vender por vender no es vender, es simplemente satisfacer al vendedor

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