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Del precipicio al techo

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Del precipicio al techo
Lo mejor sería eliminar el techo de la deuda ahora.

La próxima lucha fiscal. El techo de la deuda en los Estados Unidos no tiene ningún uso útil y debería ser abolido 

Los Estados Unidos evitaron un desastre fiscal cuando al final de año Barack Obama y el Congreso acordaron mantener la mayoría de los impuestos sin aumentos. Uno mucho más grande está tan cercano como dentro de cinco semanas, cuando el Departamento del Tesoro no cuente con la autoridad para tomar prestado. Si no se eleva el "techo de la deuda", advierte Obama, obligaría al gobierno al incumplimiento de sus obligaciones. Los republicanos dicen que ellos necesitan algún tipo de apalancamiento para arrastrar hasta la mesa de negociaciones a un presidente derrochador. No dejan de tener razón, pero el techo de la deuda es una herramienta peligrosa para demostrarlo.

El techo de la deuda es un peculiar anacronismo estadounidense. Hasta hace un siglo, el congreso aprobaba la emisión de bonos una a la vez. Entre el 1917 y el 1941 consolidó esas aprobaciones en un solo límite de deuda. El resultado es que la legislatura estadounidense puede aprobar un presupuesto que incluye un déficit sin aprobar la emisión de deuda necesaria para financiar ese déficit.

Un arma de destrucción financiera masiva

La mayor parte del tiempo el techo de la deuda ha sido una molestia, dando al partido que esté en la oposición la oportunidad de obtener concesiones antes de permitir que el endeudamiento normal continúe. Hasta podría haber hecho algún bien al incrementar el precio político de los déficits. Pero en la medida que la política estadounidense se ha polarizado, se ha convertido en un instrumento de destrucción financiera masiva. En el verano del 2011 los republicanos abiertamente utilizaron la amenaza del incumplimiento para obligar a Obama y a los demócratas a un acuerdo para la reducción del déficit.

El episodio hizo que una agencia calificadora de riesgo le quitara a los Estados Unidos su rating de triple A. Los republicanos, furiosos porque en el reciente forcejeo por el "precipicio fiscal" ellos cedieron en no incrementar los impuestos y no tienen ningún recorte de gastos que lo compense, se están preparando para otra lucha.

Los desafiantes demócratas están divulgando descabelladas respuestas tales como la emisión de una moneda de $1 trillón para evitar el techo de la deuda, o invocar la enmienda 14 a la constitución que ellos dicen prohíbe los incumplimientos.

El Tesoro podría tratar de suavizar el golpe de llegar al techo de la deuda haciendo del pago de los intereses sobre la deuda su prioridad y dejar de pagar otras cuentas. Sin embargo, eso también crearía caos. En la actualidad el gobierno federal toma prestado cerca de 30 centavos de cada dólar que gasta. De no elevarse el techo de la deuda obligaría a recortes de gastos inmediatos equivalentes a 6% del PIB. Esto no solo amenazaría con enviar a la economía a la recesión, también privaría a médicos, pensionados, contratistas y millones de otros del dinero que necesitan para cumplir con sus obligaciones, lo que crearía una reacción en cadena de incumplimientos.

Ni tampoco se garantizaría la santidad de la deuda. Acreedores descontentos podrían cuestionar la legalidad de dar prioridad al pago de intereses; los populistas podrían exigir que los tenedores de bonos chinos fuesen los últimos en recibir pago, no los primeros. Cualquier error de cálculo podría dejar al Tesoro sin dinero suficiente para hacer el pago de los intereses. Hasta un incumplimiento de unos pocos días podría enturbiar al sistema financiero mundial, que depende del Tesoro para innumerables transacciones. La simple posibilidad podría provocar a inversionistas nerviosos a deshacerse de sus tenencias, haciendo subir las tasas.

Hace mucho tiempo que el techo de la deuda dejó de ser útil. Ya el congreso tiene la última palabra sobre el presupuesto. Y los republicanos que buscan apalancamiento tienen alternativas. Estas incluyen la amenaza de recortes de gastos anuales de casi $90 mil millones que están supuestos a ocurrir en marzo y, poco después, la posibilidad de dejar caducar la autorización para una buena parte de gastos federales, obligando al gobierno a paralizarse. Aunque no son ideales, ambos serían menos destructivos que el incumplimiento. Si por el contrario los republicanos se involucran en otra lucha sobre si los Estados Unidos deben cumplir con sus obligaciones legales, reforzarán la impresión de que ya no se puede confiar en el país. Lo mejor sería eliminar el techo de la deuda ahora.

© 2012 The Economist Newspaper Limited. All rights reserved.

De The Economist, traducido por Diario Libre y publicado bajo licencia. El artículo original en inglés puede ser encontrado en www.economist.com