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Aislamiento sin gloria

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Aislamiento sin gloria

La banca mundial. Para evitar otra crisis, el Fed fragmenta aún más las finanzas mundiales. 

La economía de la banca internacional es bastante sencilla: recaudar fondos en los países donde son baratos, prestar donde son caros. Hecho correctamente, esto es lucrativo para los banqueros y bueno para el mundo, al canalizar ahorros al uso más productivo.

En los últimos cinco años esa economía ha empezado a deteriorarse, maltratada primero por los excesos de banqueros en busca de beneficios y ahora por los legisladores. El 18 de febrero la Junta de la Reserva Federal votó para "delimitar" las operaciones en los Estados Unidos de los bancos extranjeros, obligándoles a satisfacer los mismos estándares de capital y liquidez que los bancos estadounidenses, en lugar de permitirles depender de la amortiguación de sus casas matrices.

El Fed considera este paso esencial para aislar a los Estados Unidos del contagio financiero transfronterizo que ha surgido de manera regular desde el 2008. Anteriormente permitía que los bancos de propiedad extranjera se apoyaran en sus casas matrices para que los respaldaran, siempre que las casas matrices estuviesen supervisadas correctamente por sus propios reguladores. Pero en los últimos 20 años, los bancos extranjeros en los Estados Unidos se han tornado "más concentrados, más interconectados y cada vez más dependientes" de la financiación mayorista sin trabas y ahora figuran entre los mayores operadores de valores en los Estados Unidos, señala Dan Tarullo, el gobernador del Fed, que supervisó la redacción de las nuevas reglas (ver gráfico).

La crisis financiera puso al descubierto las fallas de esas reglas. Cuando los mercados de financiamiento se congelaron, los bancos de propiedad extranjera fueron de los peor afectados: representaron más de la mitad de los préstamos de emergencia que el Fed hizo de su ventanilla de descuento a finales del 2008. Entretanto, las consecuencias caóticas de un fracaso transfronterizo se hicieron claramente evidentes. Cuando un banco en Islandia fracasó, el gobierno protegió solo a los depositantes locales; los clientes británicos y holandeses tuvieron que ser rescatados por sus gobiernos.

La Ley Dodd-Frank de Estados Unidos promulgada en el 2010, exigía que los holdings de bancos de propiedad extranjera satisficieran los mismos estándares de capital que sus pares de propiedad estadounidense. Barclays y el Deutsche Bank respondieron trasladando sus grandes operaciones en los Estados Unidos de sus holdings a estructuras menos reguladas.

Las nuevas regulaciones del Fed terminaron con ese tipo de estratagemas. Los grandes bancos de propiedad extranjera tendrán que agrupar a todas sus subsidiarias en los Estados Unidos bajo un holding intermedio que debe satisfacer los mismos estándares de capital, liquidez y apalancamiento que los bancos estadounidenses de similar tamaño. Al igual que los bancos estadounidenses, tendrán que someter planes anuales de capital al Fed demostrando su capacidad para satisfacer los estándares mínimos incluso durante épocas de convulsión. Como una concesión, la regulación solo aplica a bancos con más de $50 mil millones en activos estadounidenses, un aumento de la cifra original propuesta de $10 mil millones. Los bancos tendrán hasta julio del 2016, en lugar de julio del 2015, para cumplir.

Las acciones del Fed balcanizarán aún más las finanzas mundiales. Los préstamos transfronterizos se desplomaron de $5.8 trillones en el 2007 a solo $323 mil millones en la primera mitad del 2013, según McKinsey, una consultora. La mayor parte de esto refleja fuerzas económicas y de negocios, pero las acciones regulatorias también desempeñan una parte. Por ejemplo, los reguladores europeos han presionado a los bancos extranjeros a convertir sucursales a subsidiarias capitalizadas por separado y les han prohibido a las unidades locales de los bancos repatriar capital a sus casas matrices.

Al atrapar el capital y la liquidez a nivel nacional, las nuevas regulaciones estadounidenses le impiden a un banco mundial enviar dinero a sus destinos más productivos, socavando de hecho los beneficios de ser mundial. Luigi De Ghenghi, un socio de David Polk, un bufete, señala que las pruebas de estrés requerirán que muchos de estos bancos excedan los mínimos de capital y liquidez, lo que hace "más difícil repatriar cualquier exceso de capital de los EE.UU. a operaciones fuera de los EE.UU., y hasta solo remitir los dividendos a la casa matriz extranjera." El riesgo, dice un banquero, es que "uno se sobrecapitalice en un estancamiento total".

El Fed considera que unos 15 a 20 bancos extranjeros tendrán que crear holdings bajo la nueva regulación. De los más grandes, dice Huw Van Steenis de Morgan Stanley, las estructuras de propiedad de BNP Paribas y HSBC ya están mayormente cumpliendo, y Credit Suisse lo hará dentro de poco. Los que más trabajo tienen que hacer son Deutsche Bank, Barclays y el Royal Bank of Scotland. Deutsche podría reducir su estado de situación en los Estados Unidos en $100 mil millones pero todavía necesitaría retener $1 a $2 mil millones de capital adicional. Al contraerse, los tres ya han perdido un punto porcentual de la participación de mercado en la negociación de bonos ante sus rivales estadounidenses.

El Fed admite haber lanzado arena al engranaje de las finanzas mundiales, pero arguye que la compensación lo vale. Peor aún, dice Tarullo, sería otra crisis que haría que colapsen los flujos mundiales de capital conduciendo a una "delimitación ad-hoc".

Por su parte, los reguladores extranjeros se preocupan acerca de daños no solo a los mercados de capital sino también a la cooperación regulatoria. Cuando se publicó un borrador de la regulación, Alemania condenó el enfoque del Fed de "hacerlo por su cuenta", Francia expresó "graves molestias" y Suiza se lamentó de la "falta de confianza" de los Estados Unidos en sus pares. Michel Barnier, un comisionado europeo, oscuramente advirtió de represalias y esta semana dijo: "no podremos aceptar medidas discriminatorias".

El Fed ha estado trabajando con sus contrapartes en un enfoque común a la reestructuración de la banca mundial en problemas, algo que pudo haber hecho esta delimitación innecesaria. Al prender fuego su propio camino antes de completar el trabajo, el Fed podría incitar a otros a hacer lo mismo.

© 2014 The Economist Newspaper Limited. All rights reserved. De The Economist, traducido por Diario Libre y publicado bajo licencia. El artículo original en inglés puede ser encontrado en www.economist.com