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Planeta plutócrata (I de II)

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Planeta plutócrata (I de II)

Nuestro índice de capitalismo clientelista. Países donde los empresarios políticamente conectados tienen más probabilidades de prosperar 

La Edad Dorada de los Estados Unidos a finales del siglo XIX, vio a magnates tales como John D. Rockefeller industrializar al país - y acumular enormes fortunas, construir mansiones y sobornar a políticos. Luego vino el retroceso. Entre 1900 y 1945 los Estados Unidos empezaron a regular a los grandes negocios y a crear una red de seguridad social. En su libro "Plutócratas", Chrystia Freeland arguye que los mercados emergentes están ahora experimentando su primera edad dorada, y los países ricos su segunda, con el 1% de los más ricos del mundo, que se benefició desproporcionadamente de 20 años de globalización, creando una "nueva nación virtual de Mamón".

El inventar un mejor artilugio, una picadera más sabrosa, o un programa de computadoras más sofisticado es una cosa. Pero muchos de los magnates de hoy son acusados de hacer fortunas mediante la "búsqueda de renta" 1: acaparando una rebanada más grande del pastel en lugar de hacer un pastel más grande. En términos técnicos, una renta económica es la diferencia entre lo que las personas reciben como pago y lo que tendrían que recibir como pago por su trabajo, capital, tierra (o cualquier otro insumo de producción) para permanecer en su uso actual. En un mundo de competencia perfecta, la renta no existiría. Ejemplos comunes de búsqueda de renta (que podría ser o no ilegal) incluye la formación de carteles y el cabildeo por regulación que beneficie a una empresa a expensas de los competidores y los clientes.

Los guerreros de clase y los devotos del libre mercado por igual están preocupados por la búsqueda de renta. Libertarios estadounidenses temen que una elite ha amañado la economía del país; muchas personas comunes consideran que el gobierno y la Reserva Federal se preocupan más por Wall Street que por Main Street. Muchos gestores de fondos de cobertura olfatean que China es un castillo de naipes construido por compinches endeudados.

Para demostrar sus alegaciones de que los buscadores de renta están desbocados, hemos creado un índice de capitalismo clientelista. Nuestro enfoque se basa en el trabajo de Ruchir Sharma de Morgan Stanley Investment Management, Aditi Gandhi y Michael Walton del Centro para Investigación de Políticas de Nueva Delhi, y otros. Empleamos datos de Forbes para calcular la riqueza total de aquellos multimillonarios del mundo que son activos principalmente en industrias de búsqueda de renta y comparan el total del PIB mundial para tener una idea de su alcance. Mostramos los resultados para 23 países - los cinco desarrollados más grandes, los diez más grandes en vías de desarrollo para los que se dispone de datos confiables, y una selección de otros más pequeños donde se piensa que el amiguismo es un gran problema. Mientras más alto sea el porcentaje, es más probable que la economía sufra de un caso severo de capitalismo de amiguismo.

Hemos incluido industrias que son vulnerables a monopolio, o que implican concesión de licencias o fuerte participación del Estado (ver gráfico 1). Estás son más propensas a corrupción, según el ranking de sobornos elaborado por Transparencia Internacional, un vigilante contra la corrupción. Algunas son obvias. Los bancos se benefician de una garantía estatal implícita que reduce su costo de tomar prestado. Cuando minas de carbón, tierras y espectros de telecomunicaciones de propiedad pública son manejadas por magnates con términos favorables, sufre el público. Pero la frontera entre la legalidad y la corrupción es compleja. Un multimillonario en una industria de búsqueda de renta no necesariamente es corrupto ni ha violado una ley. Industrias cercanas al Estado son todavía necesarias, y pueden ser saludables y transparentes.

Una galaxia de riquezas

A la fecha los multimillonarios en sectores clientelistas han tenido un gran siglo (ver gráfico 2). En el mundo emergente su riqueza se duplicó en relación al tamaño de la economía, y es equivalente a más del 4% del PIB, comparado con 2% en el 2000. Los países en vías de desarrollo contribuyeron 42% a la producción mundial, pero 65% a la riqueza clientelista. La urbanización y un largo período de auge económico han estimulado el valor de la tierra y la propiedad. Un boom de los productos básicos impulsado por China enriqueció a propietarios de recursos naturales desde Brasil hasta Indonesia. Algunas privatizaciones ocurrieron bajo términos dudosos.

De las economías grandes del mundo, Rusia tiene el peor record (ver gráfico 3). La transición del comunismo resultó en que actores políticos se apropiaran de recursos naturales en la década de 1990, y sus oligarcas se hicieron más ricos aun cuando los precios de los productos básicos se dispararon. La inestable Ucrania luce igual. México tiene una mala puntuación principalmente debido a Carlos Slim, quien controla sus empresas más grandes de líneas fijas y móviles de telecomunicaciones.

Multimillonarios franceses y alemanes, por el contrario, dependen bastante poco del Estado, ganando su dinero mayormente de ventas al detalle y de marcas de lujo.

¿A quién llamas amigote?

Nuestro índice de clientelismo tiene tres grandes debilidades. Una es que no todos los compinches hacen pública su riqueza. Esto puede ser un problema especialmente en China, donde revelaciones recientes sugieren que muchos políticos poderosos han disfrazado sus fortunas al persuadir a amistades y familia a servir de testaferros en su nombre. Registros poco confiables de la propiedad ayudan también a disimular quién es propietario de qué.

1 En la teoría de la elección pública, se entiende por búsqueda de renta (del inglés rent-seeking) la situación que se produce cuando un individuo, organización o empresa busca obtener ingresos captando renta económica a través de la manipulación o explotación del entorno político o económico, en lugar de obtener beneficios a través de transacciones económicas y producción de riqueza añadida.

© 2014 The Economist Newspaper Limited. All rights reserved.

De The Economist, traducido por Diario Libre y publicado bajo licencia. El artículo original en inglés puede ser encontrado en www.economist.com