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Invasores de edad (I de III)

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Invasores de edad (I de III)

Demografía, crecimiento y desigualdad. Una generación de personas mayores está a punto de cambiar la economía mundial. Todos no lo harán de la misma manera 

En el siglo XX la población del planeta se duplicó dos veces. No se duplicará ni una sola vez en el siglo actual, debido a la abrupta disminución de la tasa de natalidad en gran parte del mundo. Pero el número de personas mayores de 65 años se duplicará en solo 25 años. Este cambio en la estructura de la población no es tan trascendental como la expansión que ocurrió anteriormente. Pero es más que suficiente para remodelar la economía mundial.

Según las proyecciones de población de la ONU, la fuente estándar de estimados demográficos, en la actualidad hay alrededor de 600 millones de personas de 65 años o más vivos. Eso en sí mismo es extraordinario; el autor Fred Pearce alega que es posible que la mitad de todos los humanos que hayan vivido más de 65 años estén vivos hoy. Pero como proporción de la población total, en 8%, no es tan diferente de lo que fue hace un par de décadas.

Sin embargo, para el 2035 más de 1.1 mil millones de personas - 13% de la población - tendrán más de 65 años. Este es un corolario natural de la disminución de la tasa de natalidad que está desacelerando el crecimiento general de la población; significa que proporcionalmente habrá menos gente joven. La "tasa de dependencia de la vejez" - la proporción de personas mayores en relación a los de edad de trabajar - crecerá aún más rápidamente. En el 2010 el mundo tenía 16 personas de 65 años y más por cada 100 adultos entre las edades de 25 a 64, casi la misma proporción que había en el 1980. Para el 2035 la ONU espera que el número habrá subido a 26.

En países ricos, será mucho más alto (ver gráfico 1). Para el 2035 Japón tendrá 69 personas por cada 100 en edad de trabajar (un aumento de 43 en el 2010), Alemania 66 (de 38). Hasta los Estados Unidos, que tienen una tasa de natalidad relativamente alta, verá su tasa de dependencia de la vejez elevarse en más de 70%, a 44. Los países en vías de desarrollo, donde todavía la proporción es mucho más baja, no verán los niveles absolutos aumentar tanto; pero el crecimiento proporcional será mayor. Durante el mismo período la tasa de dependencia de la vejez en China será más del doble de 15 a 36. América Latina verá un cambio de 14 a 27.

Tres caminos a seguir

Las grandes excepciones a este encanecimiento general son el sudeste asiático y África, donde la fertilidad es todavía alta. Como estos lugares albergan casi 3 mil millones de personas, que subirá a 5 mil millones para mediados de siglo, su juventud podría ser un poderoso contraste al encanecimiento en el resto del mundo. Pero ellos retrasarán el cambio no lo revertirán. El mundo emergente como un todo verá casi duplicarse su tasa colectiva de dependencia de vejez, a 22 por cada 100, para el 2035.

La sabiduría recibida es que una mayor proporción de personas mayores significa crecimiento más lento y, debido a que las personas mayores necesitan apelar a su riqueza para vivir, menos ahorro; eso conduce a tasas de interés más altas y caída de los precios de los activos. Algunos economistas son más optimistas, argumentando que las personas se adaptarán y trabajarán más, poniendo en duda las medidas de dependencia que asumen que nadie trabajará después de los 65 años. Un tercer grupo se remonta a la obra de Alvin Hansen, conocido como el "Keynes estadounidense", quien argumentaba en 1938 que una disminución de la población en los Estados Unidos traería consigo disminución de los incentivos para las empresas invertir - una fuerza de trabajo menor necesitaría menos inversión - y por ende estancamiento persistente.

La inesperada explosión de natalidad de 1946-64 arruinó las predicciones de Hansen, y sucesos imprevistos podrían también socavar las proyecciones demográficas actuales - aunque teniendo en mente que el "baby boom" requirió de una guerra mundial para sentar las bases, eso no debe ser visto como una fuente de esperanza. Pero si las personas mayores trabajan por más tiempo y por lo tanto ahorran más, mientras que la desaceleración del crecimiento de la población significa que las empresas tienes menos incentivos para invertir, podría ocurrir algo parecido a lo que Hansen preveía aun sin el tipo de disminución general de la población. Hace unos meses Larry Summers, un profesor de Harvard y exsecretario del tesoro, argüía que la economía estadounidense ya parecía estar sufriendo este tipo de "estancamiento secular" - una frase tomada directamente de Hansen.

¿Quién tiene razón? La respuesta depende de examinar los tres canales principales a través de los cuales la demografía influye en la economía: cambios en el tamaño de la fuerza de trabajo; cambios en la tasa de crecimiento de la productividad; y cambios en el patrón de ahorros. El resultado de tal examen no es concluyente. Pero, por lo menos para los próximos años, las preocupaciones de Hansen parecen ser las más pertinentes, no menos debido a un efecto previamente inesperado: la tendencia de aquellos que tienen mayores destrezas a trabajar por más tiempo, y más productivamente, de lo que se había hecho a la fecha.

La primera implicación obvia de una población que está envejeciendo mucho más sin crecer mucho es que, a menos que se cambie la fecha de jubilación, habrá menos trabajadores. Eso significa menos producción, a menos que se eleve la productividad para compensar. Bajo el estándar supuesto de la ONU de que la vida laboral termina a los 65 años, y sin aumento de la productividad, las poblaciones que envejecen podrían reducir las tasas de crecimiento en lugares del mundo rico entre una tercera parte y la mitad en los próximos años.

Tiene destrezas, trabajará

Amlan Roy, un economista de Credit Suisse, calculó que la disminuida población en edad de trabajar arrastró hacia abajo el crecimiento del PIB de Japón en promedio solo un poco más de 0.6 puntos porcentuales al año entre el 2000 y el 2013, y que en los próximos cuatro años este aumentará a un punto porcentual al año. La disminución de la fuerza de trabajo en Alemania podría reducir el crecimiento del PIB en casi medio punto. En los Estados Unidos, bajo el mismo supuesto, la jubilación de los "baby-boomers" se esperaría que el crecimiento potencial de la economía se redujera en 0.7 puntos porcentuales.

El tamaño real de la fuerza de trabajo, sin embargo, depende de otros factores además de la estructura de edad de la población; depende de quién trabaja más (mujeres que en la actualidad no lo hacen, quizás, o inmigrantes) y durante qué tiempo trabajan las personas. A finales del siglo XX ese último factor cambió poco. Un análisis de 43 de los países más ricos realizado por David Bloom, David Canning y Günther Fink, todos de la Universidad de Harvard, determinaron que entre 1965 y el 2005 la edad promedio de jubilación subió en menos de seis meses. Durante ese tiempo las expectativas de vida de los hombres aumentaron en nueve años.

Desde el cambio de siglo esa tendencia se ha revertido. Casi el 20% de los estadounidenses de más de 65 años están ahora trabajando, comparado con 13% en el 2000. Casi la mitad de todos los alemanes que tienen un poco más de 60 años están empleados actualmente, comparado con una cuarta parte hace una década.

© 2014 The Economist Newspaper Limited. All rights reserved. De The Economist, traducido por Diario Libre y publicado bajo licencia. El artículo original en inglés puede ser encontrado en www.economist.com