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Invasores de edad (II de III)

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Invasores de edad (II de III)

Demografía, crecimiento y desigualdad. Una generación de personas mayores está a punto de cambiar la economía mundial. Todos no lo harán de la misma manera 

En parte esto se debe a las políticas. Los gobiernos cargados de deudas en Europa han recortado sus com­promisos de pensiones y han aumentado la edad de jubila­ción. Media docena de países europeos, incluyendo a Italia, España y los Países Bajos, han vinculado la edad estatutaria de retiro a las expectativas de vida. Circunstancias financie­ras personales influyen tam­bién. En la mayoría de los paí­ses el cambio fue más fuerte a raíz de la crisis financiera del 2008, que afectó los ahorros de muchos que estaban próxi­mos a jubilarse. El cambio de los planes de pensiones empre­sariales que ofrecían una frac­ción del salario final del bene­ficiario en perpetuidad habría influido también para que las personas trabajaran por más tiempo.

Pero un factor más impor­tante aún es la educación. Per­sonas mayores mejor educadas es mucho más probable que trabajen durante más tiempo. Gary Burtless de Brookings Ins­titution ha calculado que, en los Estados Unidos, solo 32% de los hombres graduados de bachi­ller sin educación formal adicio­nal están en la fuerza de traba­jo entre las edades de 62 y 74. Para los hombres con un título universitario la cifra es de 65% (a pesar de que la cifra general de tales hombres es obviamen­te más pequeña). Para la mujer la proporción es de una cuarta parte vs la mitad, con la parte de las mujeres altamente educa­das que trabajan en sus años 60 elevadísima (ver gráfico 2). En Europa, donde todos los tipos de trabajadores están trabajando en su años 60 más de lo que lo hacían, el efecto no es tan mar­cado, pero es notorio. Solo una cuarta parte de los europeos menos educados de 60 a 64 años todavía trabaja; la mitad de esos que tienen un título trabajan.

No es un patrón difícil de ex­plicar. Los trabajadores menos calificados con frecuencia des­empeñan trabajos manuales que son más difíciles cuando uno se hace más viejo. El pago relativo de los menos califica­dos ha disminuido, haciendo más atractiva la jubilación con una pensión pública; para los desempleados, que es también probable que sean menos ca­lificados, la jubilación es una opción fantástica. Investiga­ción realizada por Clemens Hetschko, Andreas Knabe y Ronnie Schöb muestra que las personas que van directamen­te del desempleo a la jubilación experimentan un aumento sorprendente de su sensación de bienestar.

Por otra parte, los trabajado­res altamente calificados tien­den a ser mejor pagados, lo que les da un incentivo para conti­nuar trabajando. En promedio tienen mejor salud y viven más tiempo, de manera que pueden trabajar y recibir salario des­pués de los 65 años y todavía esperar disfrutar el fruto de ese trabajo extra más tarde en la vida.

Esto no significa que la fuer­za de trabajo crecerá. Las tasas generales de trabajo entre las personas de más de 60 años todavía serán menores de lo que fueron para la misma co­horte cuando era más joven. E incluso mientras más personas mayores educadas están traba­jando, menos personas jóvenes menos calificadas lo están. En Europa, las tasas de desempleo son más altas entre la juventud menos educada. En los Estados Unidos, donde la tasa de parti­cipación del trabajo (en 63%) está cercana a su punto más bajo en tres décadas, el empleo ha caído más drásticamente en los hombres menos calificados. Sin un aumento del empleo de la mujer, y poco apetito para inmigración masiva, en la ma­yoría del mundo rico la fuerza de trabajo es probable que se contraiga aun si las personas mayores calificadas permane­cen empleadas.

Legado del vacío

Sin embargo, una fuerza de tra­bajo más pequeña no necesaria­mente frenaría el crecimiento, si la productividad aumenta. Esto no es algo que la mayoría esperaría que ocurriese como resultado de una población de personas mayores. Muchos es­tudios y amargas experiencias muestran que la mayor parte de las capacidades físicas y muchas cognitivas declinan con la edad. Por ejemplo, un nuevo análisis por un trio de académicos cana­dienses basado en un juego de video "StarCraft II", sugiere que la capacidad intelectual hace pico a los 24 años.

Y las sociedades envejecidas podrían osificarse. Alfred Sau­vy, el pensador francés que forjó el término "tercer mundo", era propenso a preocuparse de que el primer mundo se convertiría en "una sociedad de personas mayores, que vivirían en viejas casas, rumiando viejas ideas". El crecimiento de la productivi­dad de Japón se desaceleró fuer­temente en los años de 1990 cuando su población en edad de trabajar empezó a disminuir; el desempeño de la productivi­dad de Alemania se ha tornado mediocre en la medida que su población envejece.

Pero el lento crecimiento de la productividad de Japón tam­bién puede atribuirse a la explo­sión de su burbuja de activos, y el de Alemania a las reformas concebidas para reducir el des­empleo; ambos países, envejeci­dos como están, obtuvieron me­jores resultados en el ranking del Foro Económico Mundial para innovación que los Estados Unidos. Una escasez de trabaja­dores podría originar el invento de una tecnología intensiva de capital de ahorro de mano de obra, al igual que las empresas japonesas son pioneros en el uso de robots para cuidar a per­sonas mayores. Y una riqueza en experiencia de trabajo pue­de contrarrestar una velocidad cognitiva más lenta. En una era de máquinas cada vez más inte­ligentes, los atributos que me­joran la productividad podrían tener menos que ver con un em­puje cognitivo puro y más con la motivación, la capacidad para relacionarse bien con las perso­nas y la experiencia de gestión.

Quizás más importante aún, una mejor educación conduce a una mayor productividad a cualquier edad. Por todas esas razones, un creciente grupo de altamente educadas personas mayores podría incrementar la productividad, compensan­do gran parte del efecto de una fuerza de trabajo más pequeña.

La evidencia a ambos lados del Atlántico lo confirma. Un puña­do de estudios recientes sugiere que los trabajadores más viejos son desproporcionadamente más productivos - como se es­peraría si fuesen desproporcio­nadamente mejor educados. Laura Romeu Gordo del Cen­tro de Gerontología Alemana y Vegard Skirbekk del Instituto Internacional para Análisis de Sistemas Aplicados en Austria, han demostrado que en Alema­nia los trabajadores más viejos que han permanecido en la fuerza de trabajo han tendido a moverse a trabajos que deman­dan más destrezas cognitivas. Quizás debido a esos efectos, las ganancias de las personas de más de 50 años han subido en relación a los trabajadores más jóvenes.

Salvando gracias

Estas podrían ser buenas noti­cias para países con personas bien educadas que actualmente inician la vejez - pero menos en lugares que son menos desarro­llados. Cerca de la mitad de los trabajadores chinos entre los 50 y los 64 años no completaron la escuela primaria. En la medida que estas personas no califica­das envejecen, su productividad es probable que disminuya.

© 2014 The Economist Newspaper Linited. All rights reserved. De The Economist, traducido por Diario Li­bre y publicado bajo licencia. El artí­culo original en inglés puede ser en­contrado en www.economist.com

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