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El combustible del futuro, desafortunadamente (II de II)

Carbón. Un combustible barato, ubicuo y flexible, con un solo problema 

En Alemania la energía generada con carbón ahora cuesta la mitad del precio de los vatios de una estación de energía a gas. Es una paradoja que el carbón esté en auge en un país que en otros aspectos es el más verde de Europa. Su producción de energía con el barato y sucio carbón marrón (lignito) es ahora de 162 mil millones de kilovatios horas, el más alto desde los días de la decrépita Alemania Oriental.

Japón también está cambiando al carbón a raíz del desastre nuclear de Fukushima. El 11 de abril el gobierno aprobó una nueva planta de energía afianzando su papel como una fuente de electricidad a largo plazo.

Las compañías internacionales de carbón enfrentan dos preocupaciones. Una es que eventualmente los gobiernos podrían imponer gravámenes punitivos, aranceles y restricciones a su asqueroso producto. El otro es una superabundancia mundial. Los precios del carbón térmico (la clase empleada para energía y calefacción) son de $80-85 una tonelada, que apenas cubre el costo de capital. Algunos productores australianos están produciendo con pérdidas, al haber firmado contratos para el transporte con ferrocarriles y puertos que les hacen pagar por capacidad ya sea que la usen o no.

Una respuesta a esto es la reducción de costes y la eficiencia, muy enfatizada por empresas tales como BHP Billiton. A diferencia del petróleo y el gas, el carbón es geológicamente sencillo y no requiere una costosa gama de taladros, plataformas y oleoductos. Si el precio es demasiado bajo, las empresas pueden decidir detener la producción y esperar por mejores tiempos. Pero la frugalidad con el capital tiene sus límites: el costo de la minería está subiendo, mientras se extraen las vetas de carbón más fáciles.

Algunas compañías han tratado de cambiar los esfuerzos a carbón "met" (metalúrgico), que alimenta las fundiciones. Se pensó que era más escaso y más rentable. Pero esa teoría ha sufrido. Los suministros de carbón met han demostrado ser más abundantes de lo esperado.

Quizás la mayor esperanza de todos los involucrados en la industria del carbón es la tecnología. La extracción y el transporte del carbón siempre serán sucios, pero esto podría ser pasado por alto si el quemarlo fuese barato y limpio. Abundan tecnologías prometedoras: pulverizando el carbón, extrayéndole el gas, lavando las emisiones y capturando el CO2. Pero ninguno de estos parece escalable en la manera que se necesita para hacer mella al tremendo daño que hace el carbón. Y todos requieren de grandes subsidios - de los consumidores, los accionistas y los contribuyentes.

Una planta de carbón limpio en Mississippi respaldada por los contribuyentes con $5.2 mil millones incorpora todas las últimas tecnologías. Pero a $6,800 el kilovatio, será la central eléctrica más costosa que se haya construido (una central eléctrica a gas en los Estados Unidos cuesta $1,000 por kilovatio). A esos precios, el carbón continuará sucio.

© 2014 The Economist Newspaper Limited. All rights reserved. De The Economist, traducido por Diario Libre y publicado bajo licencia. El artículo original en inglés puede ser encontrado en www.economist.com

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