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Recorrido gaviota migratoria equivale a tres viajes a la luna

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Recorrido gaviota migratoria equivale a tres viajes a la luna
Charrán ártico, el ser vivo que mejor aprovecha la luz solar.

SANTO DOMINGO. Semejante a los emperadores en cuyas posesiones nunca se ocultaba el sol, el Charrán o gaviota ártica (Sterna paradisaea) es el ser vivo que más horas de luz solar disfruta. Esta espectacular ave migratoria viaja cada año del polo norte al polo sur, ida y vuelta (cerca de 80 mil kilómetros). Cría en colonias en la región ártica y en regiones sub-árticas de Europa, Asia y Norteamérica, y cuando se acerca el invierno viaja a la región antártica, de modo que es el único animal que disfruta los veranos de ambos polos. Podría decirse que persigue continuamente el verano.

Los charranes pueden alcanzar los 20 años y existe un reporte de un ejemplar que duró 34 años. Aunque se considera globalmente una especie no amenazada (se estima que existen cerca de un millón de ejemplares), en ciertas regiones su población ha disminuido debido a varias causas. La distribución geográfica de esta especie cubre una superficie de dos millones de kilómetros cuadrados. Los charranes árticos recorren durante su vida una distancia equivalente a tres viajes de ida y vuelta a la luna. Un charrán anillado en Inglaterra antes de emplumar en el verano de 1982, llegó a Australia en octubre de ese año, recorriendo en tres meses una distancia de 22,000 kilómetros. Otro caso: un polluelo anillado en Canadá en julio del 1928 apareció en Sudáfrica cuatro meses más tarde.

Se creía que los charranes árticos se desplazaban en sus viajes migratorios lejos de las costas, pero un nuevo estudio realizado con geolocalizadores por un equipo internacional ha revelado que a nivel del Ecuador, una parte de la población vuela cerca de las costas de África, mientras que otra parte lo hace bordeando las costas de Sudamérica, hasta llegar a su destino final en el Mar de Seawell, zona antártica rica en alimento, cuatro meses después. Allí permanecen unos tres meses. Salen de Groenlandia (donde crían) en agosto y llegan a la Antártida en diciembre. Pero no en vuelo directo.

Los nuevos estudios indican que pasan un mes al norte de las islas Azores, para reabastecerse de alimento. Para sorpresa de los investigadores, regresan por una ruta distinta lejos de las costas. El regreso les toma mucho menos tiempo, pues vuelan a favor del viento, llegando a viajar más de 700 kilómetros sin dormir, lo que les permite hacer el recorrido en sólo dos meses.

Ambos sexos incuban los huevos y alimentan a las crías, pero el macho aporta una cantidad mayor de alimento. Durante gran parte del proceso reproductivo el macho alimenta a la hembra. Figuran entre los charranes más agresivos y defienden fieramente sus áreas de reproducción, atacando incluso a mamíferos grandes que se atrevan a penetrar su territorio.

Se alimentan mayormente de peces y de invertebrados marinos. A veces practican el "cleptoparasitismo", que consiste en atacar en el aire a otras aves marinas hasta hacerlas soltar sus presas que los charranes atrapan en el aire. A pesar de que son víctimas de muchos depredadores, su tasa de supervivencia de 82%, es bastante alta.

Los reinos de España, Portugal e Inglaterra, que alguna vez presumieron de ser los dueños absolutos de los mares del mundo, desaparecieron o han visto sus dominios reducirse a brumosas islas australes. El imperio transoceánico del charrán ártico, en cambio, cuyos orígenes se pierden en el tiempo, se mantiene intacto y renovado. Siguen siendo monarcas absolutos de los mares del mundo y eternos heraldos del sol. guerrero.simon@gmail.com