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A propósito del amor...

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A propósito del amor...
La ruptura de una relación comienza desde el momento en que se bloquea la comunicación.

El éxito de una pareja no va a depender del contrato que se establezca, sino de la capacidad de amar de los que la forman. Por Rosa Mariana Brea Franco 

Detrás de todas las imágenes, los chocolates y las flores, permanece la interrogante: ¿qué se necesita en realidad para que un amor perdure?

Muchas personas tienen la fantasía de vivir un amor que sólo se aprecia en las novelas románticas, en películas al estilo Hollywood, o en las revistas del corazón que describen relaciones maravillosas, en las que las parejas viven en una sincronía perfecta de gustos afines, e intimidad sexual y emocional idílica. Es esa alma gemela que nos dicen todos tenemos, y que sólo nos falta tener la suerte de encontrarla. Es esa persona que siempre va a estar ahí para nosotros, que va a poder satisfacer todos nuestros deseos y caprichos. Tener el deseo de alcanzar una plenitud amorosa es comprensible, y se debe de trabajar para lograrlo, pero pretender que ese otro venga a darnos total felicidad a nuestra vida, y que nos va a llenar nuestros vacíos es un grave error que nos traerá grandes frustraciones y desengaños.

La realidad es que una relación se construye paso a paso. Si recordamos lo que afirma Erich Fromm en su libro: "El arte de amar": el amor inmaduro dice: "te amo porque te necesito", el amor maduro dice: "te necesito porque te amo".

¿Cómo se puede lograr ese amor maduro? ¿Qué deberán aprender o concientizar los integrantes de una pareja para alcanzarlo? Las relaciones, hemos enfatizado, son un camino de crecimiento emocional y hasta espiritual, en ella descubriremos aspectos de nosotros que desconocíamos y que probablemente nos desagradan (nuestras sombras, nuestro lado oscuro) con los que tenemos que hacer las paces. Debe quedar claro que ninguna pareja nos va a ayudar por más amor que nos dé en la tarea que cada persona debe aspirar: la propia construcción como individuo único e independiente.

Aquí cabe la máxima de que: "no podrás dar a los demás aquello que no eres capaz de hacer ni darte a ti mismo". El estar con ese otro en una relación ha de permitir ampliar nuestra visión de nosotros mismos, pero creando un ambiente de respeto, de aceptación y de libertad, es decir dejando al otro que sea lo que tiene que ser y no lo que queremos que sea.

El punto no está en encontrar a la persona adecuada, sino en volvernos o ser la persona adecuada. Cada individuo ha de ser responsable de desarrollar su proyecto vital. El pensar que nuestra realización como ser humano se va a limitar a encontrar a ese ser especial para compartir la vida nos va a confrontar con muchas desilusiones, pues nadie va a poder nunca colmar nuestras expectativas. ¿Acaso nosotros las logramos?

Es importante preguntarnos porqué nos mantenemos en una relación de pareja, ¿es para evitar la soledad? ¿Es por presión social, logro de estatus y seguridad económica, por comodidad doméstica, por excesiva dependencia emocional? Todas estas razones equivocadas nos llevarán a un sentimiento de hastío y frustración pues a la larga no nos van a satisfacer. Debe quedar claro que tampoco somos complemento de nadie, ni somos medias naranjas en búsqueda de la mitad perdida.

Es fundamental que antes de ser pareja nos construyamos como persona, aprendamos a estar solos, sintonizarnos con nuestro yo interior para conocer lo que nos hace sentir bien, identificar nuestros intereses y desarrollarnos como un ser humano autónomo, latir al ritmo nuestro no el de nuestros padres, y mucho menos pareja.

Luego, en unión con esa persona que escojamos como compañero de vida, ir creando un espacio de crecimiento conjunto. En ese espacio debe crearse una comunicación abierta, decir lo que nos gusta y lo que no nos gusta, cómo deseamos ser amados en lugar de decirle que queremos ser amados.

La ruptura de una relación comienza desde el momento en que se bloquea la comunicación, esta deja de ser una comunicación constructiva, está plagada de acusaciones críticas, quejas constantes, ira y resentimientos acumulados no resueltos. Se suelen ver los defectos y problemas del otro, pero no somos capaces de ver los nuestros. Una relación es de dos por lo que las dos personas son responsables de lo que suceda. Convertirnos en víctima de nuestra pareja o de la mala suerte no va a resolver el conflicto. Tenemos que enfrentar la dura realidad de que nuestra elección fue equivocada y aprender para no volver a repetir el mismo esquema de pareja.

En una comunicación abierta en la pareja se deben crear los espacios de intimidad, y los espacios que se necesitan para estar solos como seres independientes. Y aquí viene un punto esencial que deberá de hablarse antes de unirse a ese otro. Por ejemplo ¿cómo disfruto de los momentos de ocio? ¿Difiere mi estilo totalmente al de mi pareja o tenemos espacios comunes? Explorar cuán prioritario para cada uno es el compartir esa intimidad, ver si nuestra actitud propicia un acercamiento o si en cambio se crea distancia perjudicando la relación. Que tan importante será para cada persona el proyecto de crear una familia si los hijos serán bienvenidos, cuantos se desean tener o si en cambio no se desean (esto fuera de esquemas sociales impuestos), hoy día muchas parejas deciden dedicar su vida a proyectos personales y de común acuerdo no tienen descendencia.

El tema del trabajo, la importancia que éste va a tener en la vida al igual que el desarrollo profesional, así como el de la pareja. ¿Se dará espacio para que esta siga desarrollándose o en cambio se obstaculizará con amenazas de rupturas y otras exigencias? Cuánto ha de ser el tiempo que se dedicará a las respectivas familias de origen, a los amigos, como se va a interactuar con estos, se dará espacio a tener amigos individuales, o conjuntos y que injerencia tendrán estos en las decisiones de la pareja. El manejo del dinero, cómo se va a gastar, y cuáles serán las prioridades. Se deben explorar posibles conflictos en estas áreas importantes.

Todas estas interrogantes abren un universo de controversias, discusiones y desequilibrios en la pareja. Por ejemplo, las creencias distorsionadas sobre lo que podemos esperar de la relación, las expectativas falsas y la poca educación sobre el amor junto a una baja autoestima contribuirán a que la pareja fracase. Aquí no incluimos problemáticas serias de personalidad ni adicciones dado que sabemos que nadie va a ayudar a cambiar a nadie en estos graves problemas.

Muchas parejas nos confiesan en consulta que lo que más admiraban del otro es lo que ahora más les desagrada de su pareja. Esto no nos sorprende, pues lo que encantaba en un momento, no necesariamente es lo que más vamos a apreciar en la medida que la pareja evolucione. Sabemos que el individuo, y por consiguiente la relación, irá cambiando, ese algo que amábamos del otro era algo que posiblemente deseábamos en nosotros, pero que ya al irnos convirtiendo en seres más completos, no lo valoramos. Por lo tanto se debe cambiar esos puntos de admiración, nunca podrán ser los mismos de cuando la pareja inició.

Por último, el compromiso es fundamental para construir una relación, pero para confiar en otro ser humano, primero debemos poder confiar en nosotros mismos.

El éxito de una pareja no va a depender del contrato que se establezca, sino de la capacidad de amar de la pareja. Se plantearía de esta forma: "Puedo vivir sin ti. También estando solo me siento pleno. Mi vida tiene sentido. No obstante, elijo compartir mi vida contigo, porque te respeto y te amo, porque contigo mejoro como persona, porque me retas y me amas". Del libro" Juntos pero no atados" (Soler y Conangla).

rosabrea@yahoo.com