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El Complejo Dominico: Capilla de la Tercera Orden

Apartir de nuestro primer artículo en el que entremezclamos a propósito, fotografías de la iglesia de los Dominicos y la descripción de una de las casas propiedad de la orden, hoy individualizada y conocida con el nombre de Quinta Dominica, con funciones contemporáneas dedicadas a eventos culturales, continuamos describiendo los principales iconos de aquella inmensa propiedad de la Orden de los Predicadores.

La capilla de la Orden Tercera o seglar de los frailes de Santo Domingo y los restos de los muros coloniales, en el interior de la Quinta Dominica, así como un espacio convertido en moderno parquecito ajardinado, dedicado a Eugenio María de Hostos y su aventajada alumna Salomé Ureña de Henríquez, justo detrás del presbiterio de la capilla, situados en el lado oeste del atrio de la imponente iglesia de los Dominicos. Todo esto fue parte del conjunto arquitectónico monumental, desarrollado por la Orden Dominica en los primeros años del siglo XVl y que se extendió hasta mediados del siglo XVlll.

La orden derivada de los frailes de Santo Domingo, dedicada a la espiritualidad y actos de beneficencia, levantó esta capilla, colocada a modo de cierre del atrio, justo en frente de la iglesia y del convento de varios patios claustrales que cierra el lado sur. Si consideramos que la Orden tercera funcionaba de manera similar a las múltiples cofradías que existieron en la vida colonial de la ciudad, debemos reconocer la enorme importancia religiosa, social y económica de los miembros de esta orden que a mediados del siglo XVlll, iniciaron el levantamiento de esta enorme capilla, construida con materiales tradicionales como son la tapia, la piedra y el ladrillo.

Constituida por una sola nave y cuatro capillas laterales adosadas a la misma, cubiertas por una bóveda de cañón corrido, dividida por arcos de descarga que terminan en un ábside o presbiterio poligonal, cubierto por una semicúpula de igual planta.

Este templo cuenta con un coro alto sobre los primeros tramos de la nave, a imagen y semejanza de la iglesia principal, con la diferencia de que el entrepiso está construido de madera con una escalera auxiliar disimulada por una puerta en el soto coro, hacia el muro occidental.

Lo realmente interesante de las capillas laterales es que dos de ellas tienen plantas y cubierta con forma elíptica, propia del periodo barroco internacional.

En el interior de la nave se observa el sobre elevamiento del pavimento en la zona del presbiterio. El sistema de cubiertas abovedadas fue realizado en ladrillo, así como buena parte de los muros y sobretodo la fachada principal, esta fue concebida arquitectónicamente a manera de los retablos que llenaron nuestras iglesias del periodo colonial.

La fachada constituida por tres calles, la central con el doble de ancho de las laterales. Allí se colocó la monumental puerta de acceso. El retablo en la zona superior se va adecuando a las suaves curvas que marcan la bóveda principal, rematado por una espadaña, terminada con un coronamiento de tres pináculos.

En el sentido vertical, la fachada se divide en tres zonas ascendentes. La primera contiene el portal, las pilastras laterales enmarcan muros sólidos. El entablamento del primer nivel, constituido por arquitrabe, friso y cornisa, sirve de apoyo a la composición del segundo nivel donde las dos pilastras centrales reducen proporcionalmente su altura para sostener un arquitrabe mixtilíneo que sostiene dos secciones rectas unidas a un arco rebajado que sirve para acentuar una puerta abalconada que sirve como lucernario y ventilación del gran espacio interior. Las dos pilastras restantes se convierten en pedestales que sostienen unos grandes relieves de jarras con decoración floral. Esta fachada dieciochesca es similar y equivalente a la del templo de Santo Domingo que en ese mismo siglo fue reconstruida, debido a un gran terremoto y un huracán que dañaron la bóveda y la fachada.

La capilla fue abandonada durante la ocupación haitiana cuando la Orden regresó a España. Unos años después, Eugenio María de Hostos instaló allí la primera escuela normal para señoritas. Más adelante funcionó como biblioteca municipal. En los años setenta del pasado siglo, la edificación sufrió daños debido a otro terremoto y fue restaurada. Actualmente es sede de la Pastoral Juvenil, dirigida por los padres salesianos.

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