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Cómo resolver el problema de las bancas de apuestas

Los efectos de las bancas de apuestas continúan siendo un grave problema en nuestra sociedad

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Cómo resolver el problema de las bancas de apuestas
Cuando se trata de apuestas, las personas sobreestiman sus posibilidades de ganar.

Sin lugar a dudas, el efecto pernicioso que tienen los sorteos y las bancas de apuestas en el presupuesto de los hogares más pobres es un problema que debemos afrontar. Las medidas que ha tomado el Gobierno Dominicano para combatir este problema van desde la prohibición de la creación de nuevas bancas de loterías, hasta la emisión de resoluciones limitando la cantidad de sorteos diarios celebrados (véase, resolución número 113-2014 del Ministerio de Hacienda). Sin embargo, los efectos de las bancas de apuestas continúan siendo un grave problema en nuestra sociedad.

Para enfrentar el problema de la proliferación de bancas de apuestas, primero, es importante entender los motivos por los cuales las personas deciden apostar. Según la teoría económica del consumo, desarrollada por Leonhard Euler, las personas tienen preferencias innatas que caracterizan sus actitudes en cuanto a la toma de riesgos. Específicamente, el individuo que por su naturaleza es adverso al riesgo tiende a consumir hoy, mientras que el más inclinados a la toma de decisiones riesgosas prefiere sacrificar consumo -por ejemplo, comprando un boleto de lotería- con la esperanza de poder consumir mucho más en el futuro. Obviamente, la esperanza de aumentar el consumo en el futuro implica asumir una determinada probabilidad de obtener una ganancia esperada y diversos estudios han mostrado que, cuando se trata de apuestas, las personas sistemáticamente sobreestiman sus posibilidades de ganar.

Como este comportamiento es definido por las preferencias de cada individuo (unos aman el riesgo, otros no), medidas de políticas públicas que no estén dirigidas a afectar tales preferencias -como limitar los sorteos de lotería- no tendrán ninguno efecto en reducir la demanda por apuestas en las bancas de loterías. Más aún, limitar la oferta de sorteos mientras dejamos la demanda constante traerá consigo un ineludible aumento en los precios del juego, aumentando así el beneficio de los que conducen estos sorteos. Esta situación podría agravarse si consideramos que, a pesar de limitar los sorteos locales, las personas siempre tendrán la posibilidad de apostar a sorteos realizados en el exterior, como ocurría antes de la proliferación de los sorteos nacionales organizados por empresas privadas.

Para enfrentar el problema de las bancas de apuestas, lo correcto es que como medida de política intentemos modificar las actitudes o preferencias de las personas sobre los juegos de azar. Esto podría conseguirse de la misma manera que las sociedades han modificado las actitudes hacia otros vicios como el cigarrillo: mediante el establecimiento de un impuesto selectivo que aumente el precio de los juegos respecto al precio de otros bienes de consumo familiar.

Esta medida podría ser acompañada de una campaña educativa que oriente a las personas sobre las posibilidades reales de aliviar su condición de pobreza a través de los juegos de apuesta, reduciendo así la asimetría de información entre apostadores y organizadores de apuestas. Si las personas estuvieran conscientes de que las probabilidades de acertar los seis números de la Loto, por ejemplo, son de 1 en 2,760,681 (o 0.00000036) -¡cuatro veces inferiores que la probabilidad de morir por causa de un rayo!-, esto podría servir como medida de desincentivar el juego (o al menos que los individuos jueguen siendo más conscientes de sus riesgos).

Establecer un impuesto selectivo por cada boleto comprado en una banca de apuesta requeriría un tremendo esfuerzo de las autoridades fiscales para formalizar estos negocios. Actualmente, según reportes de prensa, en el país existen unas 30,750 bancas registradas que, asumiendo un promedio de ventas al día de entre RD$7,000 y RD$10,000, podrían representar un negocio de más de RD$100,000 millones al año (superior al presupuesto del Ministerio de Educación). Los ingresos tributarios derivados de este impuesto podrían ser utilizados para financiar actividades con externalidades sociales positivas.

Sin duda, la decisión de limitar los juegos de azar y loterías es tomada por las autoridades con la mejor de las intenciones. Sin embargo, es importante que las decisiones de política sean tomadas considerando como reaccionan los individuos ante diversas situaciones. Si queremos eliminar el problema de los juegos de azar debemos facilitar la regularización de estos centros.

Un impuesto que altere significativamente el precio de los sorteos de loterías, combinado con la divulgación de información al público sobre los daños y riesgos del juego y la estricta penalización de bancas de apuestas clandestinas, es desde el punto de vista económico la solución a este importante flagelo que causa tanto daño a las familias dominicanas.