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Ciudad Colonial
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El convento de los frailes franciscanos en Santo Domingo

Uno de los monumentos emblemáticos de la colonización de la isla y de la ciudad vuelve a la vida en estos interesantes reportajes.

Las obras del convento de los frailes franciscanos fueron comenzadas en 1504, promovidas por el gobierno de frey Nicolás de Ovando. La construcción en la parte superior de una loma que domina la ciudad, se inició con la edificación del convento a lo que se sumó la primera iglesia del conjunto monumental, hoy conocida como la capilla de la Tercera Orden Franciscana.

El convento poseía originalmente todas las funciones necesarias para el desarrollo de la vida en comunidad de los frailes. El convento derivaba del modelo original creado por Benito de Morcia para su orden benedictina en el sigo VIII, que pervivió prácticamente hasta nuestros días como modelo de vida religiosa comunitaria, adecuándose a las condiciones de clima y terreno de cada sitio.

El convento franciscano se desarrollaba alrededor de un patio cuadrado o claustro, en cuyo centro se encontraba un pozo o aljibe, alrededor del cual se producían siembras de plantas medicinales o para cocinar. Este patio estaba rodeado por una amplia galería cubierta que comunicaba los distintos ambientes. En primer lugar la sala capitular, espacio para la reunión de los religiosos presididos por el superior o abad. El segundo ambiente de importancia lo constituía el refectorio o sala comedor que contaba con un banco fabricado en piedra o ladrillo, adosado a las zonas bajas de los muros que limitaban el ambiente. Contiguos se localizaban las cocinas y los depósitos de alimentos. Además contaba con el despacho del abad, la sala de enfermería, oratorios, biblioteca y fuera del perímetro, las letrinas. Los dormitorios de los frailes estaban situados en el segundo nivel al que se ascendía por una amplia escalera situada en el ángulo más cercano a la iglesia.

Al convento se accede por dos entradas, aún hoy en día, a pesar de que gran parte del mismo no existe, la principal se sitúa en ángulo recto con la fachada del templo. La otra comunicaba con los huertos, jardines y aéreas dedicadas al cultivo de plantas medicinales. También se encontraban los gallineros, porquerizas y caballerizas para mulos y caballos destinados a las carretas del convento.

Normalmente la arquitectura de estas edificaciones presentaban las características del estilo imperante en el momento que definen arcos y otros elementos arquitectónicos.

En el caso del convento franciscano, la arquería de la galería claustral, estaba constituida por arcadas de medio punto, sostenidas por columnas; aunque en la fachada de entrada lateral de la iglesia, hoy capilla de la Tercera Orden, el arco es ojival, considerado como el primer gran arco en forma de ojiva levantado en la ciudad de Santo Domingo, en los inicios del siglo XVI.

La entrada principal del convento está constituida por un arco adintelado, ligeramente ojival, con entradas que sostienen columnas con capiteles que soportan las primeras dovelas del arco. Este portal está cubierto por un arrabá con un trazado de cuerdas marineras que forman tres circunferencias de distintos diámetros, característicos del período manuelino portugués. Sobre el arrabá, una hornacina que contiene una cruz de piedra que, a su vez sirve de apoyo a un pedestal que sostiene hoy en día un moderno busto del padre Billini, creador del hospital psiquiátrico que funcionó en el convento, a principios del siglo XX. Durante la intervención para la consolidación de las estructuras de este conjunto monumental, se reprodujo la antigua arquería de piedra y ladrillo del claustro central, por medio de un trabajo de herrería combinado con vegetación adecuada que recuerda las formas y proporciones del claustro original.

La pequeña iglesia erigida junto con el convento, estaba constituida por una sola nave que terminaba en un amplio presbiterio sobre elevado del nivel del área dedicado a los frailes. Esta iglesia poseía capillas entre los contrafuertes que soportaban el peso de la bóveda principal, constituida por nervaduras góticas. La sección de la bóveda era ligeramente ojival. El presbiterio estaba separado de la nave por un gran arco de triunfo ojival que creaba dos ambientes separados, teniendo una cubierta nervada con sección ojival. Este mismo tipo de solución arquitectónica se utilizó en las capillas laterales cuyos pavimentos cubren las criptas destinadas a los enterramientos de familias nobles, miembros de instituciones gubernamentales y frailes de elevada jerarquía. Entre la construcción de esta primera etapa y la erección del gran templo, se produjo un cambio definitivo entre el gótico isabelino y el plateresco que caracterizó las nuevas construcciones.

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