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La Iglesia de Las Mercedes

Su construcción se inició en la mitad del siglo XVl. Fue diseñada e iniciada por el notable maestro constructor Rodrigo de Liendo.

La iglesia monacal de la Merced, en unión de San Francisco y las edificaciones de los frailes dominicos, constituyen las tres iglesias de las órdenes conventuales que la corona española permitió trasladarse a América, para iniciar la evangelización del nuevo continente.

Estas órdenes construyeron los monumentales y magníficos conjuntos conventuales de la isla. A esto se sumaron las construcciones dedicadas a la rama femenina de dichas órdenes.

Sólo la catedral de Santo Domingo o la tardía aparición de la iglesia de San Ignacio de los jesuitas, igualaron o superaron en monumentalidad a los templos y conventos de las tres órdenes religiosas.

La construcción de la iglesia de la Merced se inició en la mitad del siglo XVl, poco tiempo después de San Francisco y Santo Domingo. Fue diseñada e iniciada por el notable maestro constructor Rodrigo de Liendo. De todas, es la que presenta las soluciones estructurales más fuertes y monumentales.

Concebida, al igual que las demás, de una sola nave, cubierta por bóvedas nervadas, divididas por arcos de descarga entre los contrafuertes. Una cúpula de ladrillo en forma de concha que posee linterna de iluminación, cubre el resto del presbiterio, cuyo pavimento es el de mayor altura con relación a la nave de todas las iglesias coloniales. En la iglesia de la Merced, el área del presbiterio está dividida de la nave central, no sólo por la altura del pavimento, sino por el llamado arco de triunfo, realizado en piedra de sillería, el que separa visualmente el área de los fieles del espacio sagrado. Esta es una reminiscencia del antiguo arco de triunfo de la basílica paleocristiana, en donde se localizaban las más significativas imágenes sagradas pintadas o ejecutadas en mosaicos.

La nave central tiene cuatro tramos realizados en ladrillo. Los que corresponden al coro alto, fueron construidos en piedra, al igual que el de la iglesia de Santo Domingo.

Las capillas laterales cubiertas por bóvedas góticas, poseen hermosos retablos del período barroco, que contienen notables piezas de escultura y pintura que enriquecen el repertorio de arte sagrado del periodo colonial.

El retablo principal de tres calles con hornacina central es donde se encuentra la imagen de Nuestra Señora de la Merced, la advocación del templo. Se trata de una imagen articulada para vestir. Es una pieza del siglo XVlll, proveniente de la región de Andalucía, en España. Este retablo está profusamente decorado con láminas de plata, formando ornamentación vegetal que cubre las columnas, el arquitrabe y la peineta. Es una pieza única en nuestro país. Se supone que fue realizado en México, con destino al templo.

En el interior de la nave central existe un púlpito con cubierta independiente que se corresponde estilísticamente con el de la iglesia del convento de Santo Domingo, el de la iglesia del Carmen y el de Santa Bárbara.

Al exterior del templo, los elementos ornamentales se sitúan alrededor de las dos grandes puertas de acceso, la principal al oeste, la secundaria al norte, sobre la calle Mercedes.

La puerta del norte está decorada con elementos del plateresco español, formando un arquitrabe que sostiene una hornacina localizada en una corta sección correspondiente a la parte central, terminada con un tímpano clásico, similar a otro elemento que enmarca un vano en la torre campanario, en su lado norte, ambos producidas en el taller del propio Rodrigo de Liendo.

Sobre la fachada principal, al oeste, los grandes contrafuertes y los elementos ornamentales del gran vano principal corresponden más bien a un temprano gusto barroco, que podemos apreciar en la superposición de pilastras y la incorporación de la ventana o lucernario de esta fachada, con un arco de piedra que forma una composición rectilínea que alberga un primer nivel, el portón de entrada y en un segundo nivel, una hornacina que contiene una imagen de piedra. Se debe notar que en los portales de la fachada norte se utilizan columnas adosadas, mientras que en la del oeste, son pilastras planas. En ambas aparece el escudo de la orden mercedaria.

Lo más notable al exterior es la composición arquitectónica del templo y la torre campanario, en donde la altura decreciente de las capillas y contrafuertes estructurales del templo, todo realizado en bloques de piedra de sillería, contrastan con la cúpula de ladrillo del presbiterio, aplastada al exterior.

Parte del claustro original se conserva aún, y se encuentra en lento proceso de restauración. Tirso de Molina, el autor del famoso "Don Juan Tenorio", vivió un tiempo en este convento, siendo probable que escribiera allí parte de su inmortal obra.