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Cuando las monedas fueron de papel

La escasez de monedas fraccionarias por el acaparamiento, obligó al Consejo de Estado a imprimir papeletas pequeñas en sustitución de las monedas. El pueblo las ridiculizó. 

Uno de los pocos aciertos del dictador Rafael L. Trujillo fue crear en el 1948 la moneda nacional, la cual estaba respaldada por oro (de ahí su nombre original “peso-oro”) que estaba depositado en el recién creado Banco Central y por divisas, específicamente el dólar de los Estados Unidos de América, moneda que también estaba respaldada por oro resguardado en Fort Knox, Kentucky, a pesar de la existencia del Acuerdo de Bretton Woods, lo que dio origen al Fondo Monetario Internacional (FMI), el cual gestionaba que todas las monedas de los países que existían en la Tierra dejaran de usar el sistema patrón-oro, y se unificaran, usando una moneda estable, como lo era el dólar estadounidense, y facilitar su trabajo de veedor de las economías de los países que requirieran de su intervención.

A pesar de todas las vicisitudes por la que ha pasado el país, hasta el 1978 nuestra moneda nacional mantuvo su paridad con el dólar norteamericano y se fundamentaba en el concepto del peso-oro.

Caído el tirano el 30 de mayo del 1961, Joaquín Balaguer, a la sazón Presidente de la República designado por Trujillo como una medida para atenuar las sanciones diplomáticas y económicas de la OEA, toma en realidad las riendas del poder, aunque los remanentes del régimen trujillista liderados por los herederos del déspota, intentan mantenerse conduciendo los destinos de la nación.

En noviembre de ese mismo año, luego de asesinar a los conjurados en el tiranicidio que habían sido apresados, la familia de Trujillo y sus más cercanos allegados se ven en la imperiosa necesidad de salir del país.

Para evitar un desplome del sistema político nacional, se creó el Consejo de Estado, gobierno colegiado por siete personas, entre los cuales se encontraban los dos únicos sobrevivientes que participaron en el tiranicidio. El Consejo de Estado empezaría a regir los destinos del país a partir del 1ro de enero del 1962, siendo su principal objetivo realizar las primeras elecciones democráticas post-dictadura y estaba presidido por Joaquín Balaguer. Este Consejo de Estado apenas duró los primeros 16 días del mes de Enero y fue destituido por un cruento golpe de estado. Esta situación, apenas duró 2 días y el Consejo de Estado fue repuesto en las riendas nacionales, pero esta vez sin Joaquín Balaguer, quien se asiló en la Nunciatura conexa a su hogar, y partió al exterior hasta su retorno al país en el 1965.

El nuevo Consejo de Estado estaba presidido por el Lic. Rafael F. Bonnelly, quien fungía como Vice-presidente del primer Consejo de Estado.

En ese mismo mes, el nuevo Consejo de Estado empieza a tener problemas con la moneda fraccionaria circulante. La gente empezó a acaparar las monedas, pensando que lo peor podría ocurrir, la devaluación de la moneda nacional, la cual mantenía su paridad con el dólar estadounidense y como una forma de presión para desestabilizar al nuevo gobierno.

Por la escasez de las monedas metálicas fraccionarias como producto del acaparamiento, motivó, que el Consejo de Estado emitiese billetes fraccionarios en las denominaciones de las monedas metálicas circulantes de 10, 25 y 50 centavos. Estas monedas estaban acuñadas en una aleación de plata. Las de 1 centavo (el “chele”) y las de 5 centavos no corrieron la misma suerte pues la aleación de la primera era en cobre y el de la segunda era una aleación de níquel y no sufrieron los embates del acaparamiento.

Estos billetes de dinero fraccionario eran rechazados hasta por los limosneros, pues se creía que no tenían respaldo alguno, por lo que no tenían poder de compra. Además, se rechazaban por su semejanza al tamaño de los billetes y quinielas de la Lotería Nacional de esa época. Estos billetes fraccionarios se les puso el mote de “papeleticas de Machado”, en alusión al Secretario de Estado de Finanzas de esa época quien firmaba junto al Gobernador del Banco Central esos billetes. Semanas más tarde, el Consejo de Estado mandó a imprimir los billetes fraccionarios a una prestigiosa empresa norteamericana que se dedica a esos menesteres para darles una mejor apariencia y credibilidad en su poder de compra.

Al normalizarse la situación política imperante, reaparecen de nuevo las monedas acuñadas en el metal original.