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San Nicolás de Bari, primer hospital de América

Hoy en día solo se conservan las ruinas de lo que fue el primer hospital construido en América. Además de dos espacios dedicados al culto de la capilla original del hospital que se hallan integrados a la iglesia de nuestra Señora de La Altagracia, levantada por el ingeniero Oswaldo Báez, en la primera mitad del siglo XX, sobre una parte del solar en donde se levantó el hospital mandado a construir por Frey Nicolás de Ovando tan pronto se trazó el asentamiento urbano de Santo Domingo.

El hospital se inició en 1503, con dinero aportado por el mismo gobernador Ovando y otros funcionarios de su gobierno.

El hospital original, cuya primera etapa de construcción constituyó apenas, el núcleo original del edificio, fue continuado en 1519, con las limosnas de los vecinos.

La tercera etapa de la construcción, se inició hacia 1533 y finalizó hacia 1552. Los fondos provinieron en parte de los vecinos y una donación de la iglesia debido a que el hospital quedó bajo la incorporación del hospital del Espíritu Santo de Roma.

El hospital se desarrolló alrededor de la capilla inicial, dedicada a Nuestra Señora de la Concepción, advocación que retomó luego la catedral. Tenía cupo para sesenta enfermos, ingresados. Este edificio fue uno de los motivos por los que se consideró a Santo Domingo a la altura de Florencia y Barcelona, a medidos del siglo XVl.

La edificación no solo tuvo una planta muy desarrollada sino que su altura fue de carácter monumental; de hecho cuando la edificación comenzó a peligrar, fue su altura lo que exigió la demolición, para evitar que en su caída, dañara las construcciones a su alrededor.

El desarrollo de la construcción en el tiempo, es lo que permite hoy, apreciar los distintos elementos estilísticos que lo constituyeron. Fue levantado, con piedras de sillería, mampostería de ladrillo y ladrillo en hiladas, reforzados con piedra en las esquinas y terminales.

Los arcos ojivales que corresponden al período gótico, se entremezclan con las arcadas de medio punto del románico anterior y luego del renacimiento. También se observan arcos rebajados en los grandes salones del hospital. Igualmente es notable el uso de elementos renacentistas o platerescos tanto en el primer nivel como en el segundo. Enormes pilastras adosadas con capiteles clásicos, de donde parten, en algunos de ellos, nervaduras para sostener bóvedas de piedra o ladrillo. Los detalles ornamentales que se han preservado, como son los capiteles de columnas y pilastras, están constituidos por cabezas de angelotes alados, localizados en tres de los cuatro lados. Todavía hoy se observan las rampas de las escaleras que daban acceso a la segunda planta; constituidas por arcos rampantes realizados en ladrillo que contienen aún, la altura y anchura de la huella y contrahuella del escalón.

No todas las cubiertas eran abovedadas, el mayor número era plano, así como los entrepisos; constituidos por vigas de madera empotradas en los muros, sosteniendo alfajías, sobre las que se apoyaban lozas de barro planas, como pavimento de entrepisos. Así como también cubiertas ligeramente inclinadas, en los niveles altos.

El espíritu verdaderamente gótico de esta edificación, se aprecia claramente en las cubiertas de las dos capillas que permanecen integradas al nuevo templo de La Altagracia. Bóvedas nervadas, ojivales, realizadas en ladrillo, con arranques en piedra, se aprecian claramente en lo que hoy es el Sagrario del templo, en donde se puede admirar un hermoso retablo barroco.

Esta edificación en estado de ruinas, constituye un enorme valor ambiental en el tejido urbano de Santo Domingo. Fiel testigo del paso de la historia, es un libro abierto para estudiar la arquitectura del período colonial, para provecho de los visitantes en general.