Compartir
Secciones
Podcasts
Última Hora
Encuestas
Servicios
Plaza Libre
Efemérides
Cumpleaños
RSS
Horóscopos
Crucigrama
Más
Contáctanos
Sobre Diario Libre
Aviso Legal
Versión Impresa
versión impresa
Redes Sociales
Haití
Haití

El principal factor separador con Haití

Expandir imagen
El principal factor separador con Haití
Eduardo García Michel (ARCHIVO)

El factor separador de mayor peso entre Haití y la República Dominicana es la historia, que registra agresiones y conquistas desde aquel lado mientras de parte dominicana nunca se ha producido una incursión en suelo haitiano, ni conquistado siquiera un metro de su territorio. Pero sobre todo lo es la insistencia haitiana en repetir las prácticas del pasado, cambiando de modalidad, aunque siempre con el mismo objetivo de ocupar y dominar el este de la isla.

Antes de que Haití abortara la independencia dominicana proclamada en 1821, se produjo en 1805 un episodio repudiable, cruel e inhumano, conocido como el degüello de Moca, cometido por los haitianos contra gente indefensa que fue llevada a la iglesia, cerradas sus puertas y pasadas a sablazo vil sin consideración de sexo o edad.

Ese episodio es comparable al otro corte que tuvo lugar en 1937, en que la violencia se originó en segmentos de la población dominicana, también repudiable, cruel e inhumano, pero que se escenificó en territorio dominicano, motivado en que los haitianos persistían en seguir cruzando hacia el lado quisqueyano, ocupándolo y saqueándolo.

Y con esto no debe interpretarse que se firmaron las tablas o el empate, pues si debiera haber competencia entre ambos países es por alcanzar el desarrollo y no por establecer quien hace más daño al otro o lo vitupera más.

Desde el Tratado de Aranjuez hasta nuestros días, a lo que debió haber sido el territorio nacional le ha sido mutilado más de 6,000 kilómetros cuadrados, que los haitianos han ido ocupando y luego imponiendo su “derecho de ocupación”.

El caso más ilustrativo corresponde a San Rafael de la Angostura, San Miguel de la Atalaya, Las Caobas e Hincha, todas dentro del territorio que el Tratado de Aranjuez delimitaba como perteneciente a la parte este de la isla. Incluso, en la Constituyente de Moca de 1858, Gregorio Riva ostentó la representación de Hincha, lo que no valió de nada puesto que Haití se quedó con esos territorios.

Hubo que firmar un Tratado en 1929 aceptando las situaciones de hecho, con la esperanza de que así se pondría fin a nuevas ocupaciones. Pero no, todo siguió igual.

Hasta el mismo Trujillo tuvo que cederles en 1936 una porción de terreno en el paraje de La Miel, que se estiman en 600,000 tareas, y fue luego de eso que sucedió el corte, en 1937, hastiado el tirano de que las concesiones realizadas no hubieran bastado para frenar la penetración ilegal.

Esa ocupación progresiva ha continuado hasta nuestros días, y si alguien desea comprobarlo solo tiene que visitar la línea fronteriza para verificarlo.

La vocación haitiana de dominar y ocupar la isla es tan antigua como la proclamación de la independencia en 1804, es tan obsesiva como la idea de la “una e indivisible”, y es tan persistente como la proverbial indolencia y desidia de la clase política dominicana.

Del orgullo por haber llevado a cabo la revolución de los esclavos y la conquista del poder, Haití ha pasado a una situación de deterioro que lo ha convertido en una de las naciones más pobres del mundo.

Ulises Francisco Espaillat llegó a escribir en 1876 que “Haití no nos declarará jamás la guerra, y preferirá siempre el trueque de mercancías por reses y andullos, al de carabinazos por sablazos. .. Haití tratará siempre de unirse a nosotros, y por motivos tan poderosos algunos, que me veo tentado a creer que, para conseguirlo, lo haría hasta con la condición de ser nuestro subordinado”.

Para la época en que Espaillat escribió esas palabras lo que podía esperarse entre ambas naciones era el intercambio de comercio.

En la primera parte de este siglo XXI la modalidad de penetración utilizada es la inmigración masiva e ilegal en busca de trabajo, con la particularidad de que los vecinos han descubierto, como valor añadido, la posibilidad de que su descendencia, nacida o no en territorio dominicano, pudiera obtener la nacionalidad dominicana dada la debilidad institucional del Estado dominicano.

La conclusión a la que han llegado algunos líderes haitianos, convertida ya en estrategia, es que cuando gran parte de los haitianos de origen hayan obtenido la nacionalidad dominicana sin haber internalizado los valores culturales de la dominicanidad, se habrá logrado la “una e indivisible”, sin necesidad de subordinación ni de un disparo.

Entonces puede que surja la auténtica discriminación, pero contra los dominicanos de origen, como bien lo muestra la historia de Haití.

TEMAS -
  • Haití