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Uña y carne

Cuando nos ponemos a escribir, más tarde o más temprano, nos topamos con la dificultad de la coma. Puesto que este signo de puntuación, de aspecto casi insignificante, tiene mucha importancia gramatical, conviene que adquiramos seguridad a la hora de utilizarlo. Lo más útil es dominar poco a poco los contextos en los que suele aparecer.

No hace mucho la vimos en funcionamiento con las interjecciones. Hoy quiero que nos fijemos en la construcción gramatical ilativa, que se usa para expresar una consecuencia y exige el uso de la coma para que su escritura sea correcta. Veámosla en funcionamiento. Se aprende más con la práctica, así que pongamos un ejemplo. En la oración anterior la proposición ilativa (así que pongamos un ejemplo) expresa una consecuencia natural de lo que expresamos en la primera frase (se aprende más con la práctica). Este tipo de construcciones se colocan al final del enunciado y siempre van precedidas por una coma. Más ejemplos: Aquí ya está todo hecho, conque vayan saliendo; siempre pierde al ajedrez, de manera que nunca está dispuesta a jugar; es muy miedoso, de ahí que nunca quiera salir solo.

Es una regla muy estable, de ahí que ilativas y comas siempre estén relacionadas. Pero hay que hacerlo bien. La coma se coloca antes de la conjunción, de manera que es incorrecto cuando la ponemos tras ella (*Hemos salido demasiado tarde así que, date prisa)

o entre las palabras que la forman (*No se siente segura de sí misma de ahí, que no le guste hablar en público).

Coma y sintaxis están íntimamente relacionadas. Se apoyan la una en la otra para que lo que queremos expresar quede claro, de manera que la una no puede vivir sin la otra. Coloquialmente, uña y carne o uña y mugre.

Twitter: @Letra_zeta