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Buena vida

Un jardín viviente

Aunque a simple vista parece que los esposos que habitan una de las 14 viviendas de Villas del Piantini son los únicos moradores del lugar, las apariencias engañan. A Luis Andrés Lebrón y Lizette Lizardo les acompañan, nada más y nada menos, que una treintena de peces koi y un perro. 

Cinco años atrás, cuando residían a siete pisos de tierra firme, anhelaban pasear a su mascota canina sin el obstáculo gravitacional y soñaban con criar a la especie koi, también conocida como "joyas vivientes", en su propio hogar.

Cuatrocientos metros cuadrados de propiedad fue un metraje más que suficiente para que este dúo le confiriese 100 a lo que hoy día han convertido en el centro de atención de su hábitat: el jardín acuático.

“El jardín debe tener innumerables detalles a ser descubiertos, sólo así se disfruta de éste a plenitud”.
Luis y Lizette Lebrón, propietarios.

Con más de cincuenta años en su haber, criando peces, Luis se considera un amante de las "joyas vivientes"; especie que reproduce y perfecciona según los más estrictos cánones de la cultura nipona -de donde es originario el pez koi-.

Provenientes de los cuatro puntos cardinales; de acuarios, estanques y reservorios; neófitos y expertos en el tema; y todo aquel que se siente mínimamente atraído por las "joyas vivientes", encuentra en Luis Lebrón una referencia obligatoria, por tratarse de ser la única persona que reproduce y cría peces koi en el país.

Las variedades tonales que habitan en este estanque son variopintas. Amarillos, rojiblancos y tricolores, estas "joyas vivientes" son protagonistas indiscutibles de un jardín, que antepone el colorido y gracia de estos animales al que brindan las (intencionalmente) pocas especies vegetales que hay en este ecosistema -se buscó crear un jardín japonés-.

Un jardín para los sentidos

Los anfitriones de esta vivienda son abanderados de que un jardín acuático debe ser un "jardín viviente", pues de lo contrario sólo habría que pararse frentre al paisaje estático de un cuadro.

Cuando Lizette Lizardo, apasionada por la arquitectura y el diseño, lo concibió para su posterior construcción e instalación, lo tenía muy claro: "El visitante descubriría su jardín tras abrirse paso a través de la casa, pues tendría que develarlo como un tesoro escondido al final del recorrido".

Aunque Luis y Lizette estaban conscientes de que poseer un estanque para la cría de peces koi requería de esmerados cuidados, para ellos no ha representado ningún tipo de sacrificio mantenerlo en óptimas condiciones.

Por el contrario, su mayor deleite es darle seguimiento a sus crías todos los días. "Luis conoce sus peces, uno a uno", asegura al referirse al pasatiempo principal de su esposo.

“Todo tiene un por qué y una razón de ser en este espacio natural”.
Lizette Lizardo, propietaria.

Un sauce llorón, que cobija a estas "joyas vivientes" del sol, preservando la calidad y transparencia del agua del estanque, asemeja la imagen de un cuadro inspirado en un paisaje bucólico. Su estética embellece, sin dudas, al parque que rodea al espejo de agua del singular jardín.

Inequívocamente, y según los propietarios, "Todo tiene un por qué y una razón de ser en este espacio". Seguramente, ése fue el lema a seguir cuando decidieron instalar una cascada junto al estanque. Ésta se viste de musgo y helechos; de piedras y gravas; y añade un sonido relajante al resto de los encantos del ambiente natural. Un pequeño salto que embellece el entorno, oxigena el agua, y hasta cuenta con un estanquillo a sus pies que funge de cuarentena para los peces enfermos.

Normalmente, el agua fluye normalmente a través de esta caída y se integra a la del espejo de agua provocando fascinación en todos los que observan, escuchan y sienten el dinámico recorrido cristalino. 

A juicio de Luis, su estanque está construido como una especie de pequeña alberca que da forma al espejo de agua y protege al jardín de posibles inundaciones. 

Un quiosco de madera, estratégicamente ubicado en un lateral del reservorio, acoge a los asientos desde donde Luis y Lizette se acomodan -día tras día, en primera fila- para contemplar a sus "mascotas". Debajo de este pabellón hay un filtro biológico, que forma parte del proceso constante de circulación y purificación del estanque. 

El agua de la reserva pasa a través de una especie de cedazo, compuesto por piedras de diversos tamaños a cargo de colar los residuos; a través de filtros de arena; y por un sistema de luz ultravioleta.

Por su parte, Lizette se encargó de elegir qué plantas formarían parte de su jardín, para crear un efecto más natural, y combinó las que crecen dentro del agua con las que están en el suelo húmedo alrededor de la construcción. 

Una vida al natural
 

Las áreas sociales de esta residencia están estratégicamente ubicadas para integrarse al jardín acuático, alrededor del cual gira la vida de sus propietarios.

"Mi esposo y yo compramos ´el armazón´ de esta casa y nos encargamos de decorarla a nuestro estilo", comenta su dueña al rememorar el momento en que atravesaron el umbral.

La preferencia por lo étnico se evidencia en todos los rincones de la residencia, donde Lizette Lizardo impregnó su buen gusto. 

La infraestructura (de dos niveles) cuenta en el superior con tres habitaciones y dos baños. Abajo, la cocina, el comedor, la sala y la terraza están dispuestos escalonadamente frente al jardín como si fuese algo "fríamente calculado" para verle cobrar vida de día y de noche, dentro y fuera de la casa...