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El espacio ¨maquetado¨ por una diseñadora gráfica

Cuando lo espontáneo y lo formal convergen, se dan las condiciones para crear espacios como este.

En Naco, un octavo piso se convierte en la vía más expedita para que su propietaria, la diseñadora gráfica Ondina de los Santos comunique sus ideas a través del color y la ambientación que le confirió al mismo.

“Cuando lo espontáneo y lo formal convergen se dan las  condiciones primordiales para crear espacios como este”, afirma la diseñadora gráfica Ondina de los Santos, mientras pasa revista a los diferentes espacios que componen los 205 metros cuadrados de su apartamento.

Como profesional del diseño gráfico -cuya actividad se concentra en concebir, programar, proyectar y realizar comunicaciones visuales, por medios que transmitan mensajes específicos a grupos sociales determinados-, Ondina sabía que debía jugar con la psicología del color y la iconografía, transmitiéndole a su esposo y a su hija (de 11 años), paz y tranquilidad, a través de todas las estancias.

“Es importante tomar en cuenta la psicología de cada persona a la hora de decorar”, afirma la anfitriona de este hogar, quien decidió matizarlo con tonalidades neutras, salpicadas por chispas de color que le permitieron conjugar su carácter creativo y dinámico, con la sobriedad y la moderación que caracterizan a su pareja. De ese modo, logró dirigir tan disímiles gustos hacia un punto medio.

 

Con apenas una semana para realizar las arduas compras de sus ajuares y con la difícil tarea de adquirir internacionalmente la mayoría del mobiliario que hoy compone este espacio, Ondina y su familia viajó a Miami y desde allí regresó con una cantidad indescriptible de equipaje, que en noviembre de 2009 le permitió amueblar su apartamento y mudarse en él.

Un jarrón fue el ´culpable´

Lo vio en Z Gallerie y fue amor a primera vista. Aquel jarrón de bambú pintado de un intenso color aqua cautivó a Ondina, quien supo de inmediato que ese sería el color que regiría como hilo conductor de la decoración de su hogar. “Elegí el azul, porque además de la positividad que irradia (sin ‘llover sobre mojado’ con lo del color del jarrón) le aporta intensidad al ambiente”, argumenta.

 

Así, la diseñadora no solo se atrevió a viajar con esta pieza en mano, sino que fue capaz de apersonarse con ella a algunas tiendas locales en busca de otros complementos y mobiliarios que combinasen con esta a la perfección.

 

A raíz de esta misión “de búsqueda y captura”, llegaron a la sala las telas azuladas que retapizaron un par de butacas y le dieron vida a un espacioso otomán. Mientras que otros textiles azules fueron los responsables de que originales cojines (también diseñados por Ondina) le aportasen una hegemónica lectura cromática a un dúo de sofás de colores neutrales y a una alfombra con cierto matiz champagne, que también se dispuso en esta área por su similitud con la ornamentación circundante.

 

En esta sala de estar también se observa la sutilidad que le aportan los adornos de cristal y se aprecia, igualmente, un repertorio de obras de arte que se debaten entre una tendencia hacia el pop-art y el vanguardismo (propios de Ondina) y hacia el clasicismo y el realismo (propios de su esposo).

Una vez en el comedor, la diseñadora gráfica decidió equilibrar esta estancia con la combinación del aqua y el plateado, del blanco y el marrón, colocando seis sillas alrededor de una mesa rectangular –todo bajo el diseño de la propia dueña -. En este amplio espacio horizontal, donde fue ubicado el impresionante juego de comedor, sobre el que está colocado un mantel doblado en forma de caminito, a Ondina se le ocurrió colocar dos butacas blancas (de Z Gallerie) como cabezales y media docena de asientos tapizados con tela de seda, los cuales están pintados de plateado –una idea genial para lograr una textura mate y un brillo metálico sin igual-.

Justo al lado de esta estancia está la del estudio y a ambas las divide una puerta (también diseñada por Ondina), que se encuentra linealmente enmarcada con un perfecto acabado laqueado sobre madera de andiroba. Sin embargo, esta no se constituye en un tropiezo para avistar de un área a otra, indistintamente.

 

Más adelante, una cortina de lágrimas cristalinas y multicolores conduce a la habitación de la hija de Ondina, quien seleccionó vibrantes tonalidades en verde, morado y fucsia, para pintar las paredes de su habitación y vestir su cama.

 

En la habitación contigua duermen los anfitriones. Es una amplia estancia que ofrece una privilegiada vista hacia el centro de la ciudad a través de sus amplios ventanales, y exhibe los sobrios muebles que a su vez enmarcan los neutrales colores que revisten las paredes (cercanos a un tono asalmonado) y que revisten las paredes, atenuando así la ambientación y prodigando un aire de quietud y paz.

 

A lo largo y ancho de este apartamento, queda más que claro que Ondina de los Santos supo sacarle el mejor de los partidos a las lecciones aprendidas durante su paso por el mundo del diseño gráfico. Que la psicología del color transmite diversas sensaciones en el ambiente y que los signos icónicos funcionan con el principio de semejanza, Ondina lo sabe bien; que aplicó todo esto en su hogar, es más que evidente…

@olgaagustin