Eco-conciencia en las aulas
La falta de diseño mobiliario y de ergonomía forman parte del Síndrome del Edificio Enfermo.
En las clases no solo hay que prestar atención a los útiles escolares (bultos, mochilas y loncheras), sino al espacio donde se realizarán las tareas, donde la iluminación, la postura, los contaminantes y otros aspectos resultan más que importantes.
Aunque muchos lo desconocen, existen ciertos padecimientos al estar expuestos a los interiores, como el aumento de los porcentajes de rinitis alérgica, asma, dolores en el cuello y en la espalda baja y… ¡enfermedades tóxicas! Estas son las que más se desconocen, pero son causadas por sustancias como los órganos fosforados, los compuestos orgánicos volátiles (COV) y otros compuestos que expiden las fotocopiadoras e impresoras, entre otras.
El formaldehido, por ejemplo, es el gas incoloro más frecuente en los interiores. Es expedido por pintura de látex, barniz, madera contrachapada, algunas telas y otros productos utilizados en la fabricación de mesas, sillas y libreros, y se ha comprobado que en niños y jóvenes puede empeorar el asma y hasta producir trastornos de la percepción (según algunos estudios).
Una de las soluciones para mejorar las condiciones de los espacios de estudio se remite a seleccionar el mobiliario, los accesorios y la iluminación, con la ausencia de adhesivos, solventes tóxicos y pinturas con metales pesados, entre otros.