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Redes Sociales
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Educar a los hijos en la era de las redes sociales

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Educar a los hijos en la era de las redes sociales
(Foto: Shutterstock)

¿Está justificado que los nacidos a partir de los 90 sean denominados nativos digitales, que los celulares y las tabletas hayan pasado a ser las nuevas niñeras y las redes sociales su educación básica? ¿Estamos ante la era de los padres análogos y los huérfanos digitales?

En más de una ocasión –sin la menor intención de husmear– he escuchado a algunas madres decir que “los niños de ahora (nacidos a finales de los 90) vienen con el chip de la tecnología integrada”; otras afirman con una seguridad casi científica que lo llevan en el cerebro, o incluso en la sangre. Por supuesto que no es cierto. Susana Lluna y Javier Pedreira ‘Wicho’, en su libro “Los nativos digitales no existen”, incluso consideran un error “sopesar a estas generaciones competentes en el uso de la tecnología” por el simple hecho de haber nacido con ella.

Esta es también la postura de Emma Carolina Fernández, licenciada en Educación Básica de Xavier University en Ohio y con un Master en Neurocoaching: “Cuando se dice que un niño nace con esa habilidad es mentira. Un estudio en Canadá estableció que no se ha demostrado desde el punto de vista de desarrollo del cerebro que los bebés (primeros 24 meses), con la tecnología a su favor, tengan una diferencia a nivel cognitivo. Lo que sí se ha demostrado es que si la tecnología se utiliza junto al intercambio humano estarás haciendo mayores conexiones sinápticas”.

Aquí entra en juego un punto en el que se ven tentados muchos padres por cuestiones de tiempo, facilidad, desconocimiento o descuido: “es más cómodo para los padres una “nana digital” que les permite que el niño se entretenga con YouTube, los muñequitos... más que un verdadero aprendizaje”, comenta la especialista.

Julia Muñiz, licenciada en Derecho por la PUCMM, en ese tenor explica que también hay que tomar en cuenta que se trata de conductas aprendidas: “desde que estás embarazada estás pegada de un aparato. Por ende, desde que tu hijo es bien pequeño, está viendo cómo te desenvuelves, porque lo estás amamantando, y tienes un celular para tomarte selfies. La tecnología, y muy en especial las redes sociales, ya forma parte de nuestra vida aunque no queramos; son conductas aprendidas que forman un modelo y un estilo de vida”.

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Infografía
Julia Muñiz (ROMEL CUEVAS)

Cuando todo comienza

No hay quien quiera quedarse atrás. ¿Quién no tiene un celular inteligente hoy día? Si hasta el verdulero o el motoconchista son capaces de sorprender con un último modelo móvil. La condición social no parece ser un límite pero, ¿debe suceder lo mismo con la edad de un niño y/o adolescente? Ante un hecho imposible de evitar, los padres tienen un desafío y es el de la supervisión, sobre todo ante el universo abierto de las redes sociales.

Ante eso, Emma Fernández advierte que cuando un padre permite a su hijo, de entre 8, 10 u 12 años, que entre a una red social como Facebook, que cuenta con un límite de edad para ser usuario, lo que le está autorizando en primer lugar es a mentir “y una vez el chico miente está expuesto a que otros le mientan a él”.

Entonces qué debemos hacer, ¿prohibirlo? Julia Muñiz establece otra visión: “si se lo prohibes a tus hijos tendrás también que hacerlo con los padres. ¡Cómo una madre le prohíbe algo a su hijo que está en su día a día! Las redes sociales se han convertido en una adicción. Además irías en contra de cómo va evolucionando el mundo y no puedes tapar el sol con un dedo”.

A lo que se refiere la experta es que las redes sociales son buenas. Donde radica su vulnerabilidad es en cómo las utilizan, si los padres están supervisando a sus hijos y hasta qué punto el mismo padre conoce las políticas de uso, las respeta, y le enseña a su hijo a respetarlas.

Hay una edad establecida?

En este aspecto nuestras entrevistadas tienen puntos encontrados. Julia Muñiz cree que no hay una edad porque es un tema de madurez: “yo misma como adulta estoy expuesta porque no sé qué hay del otro lado y pueden presentarse situaciones que no sé cómo voy a manejar”. El niño está preparado para estar en las redes si los padres asumen el compromiso de supervisarlos.

De su lado Emma observa: “muchos padres dicen ‘mi hijo(a) es muy maduro(a) para su edad’. Lo que pasa es que de este lado de la red puedo tener a un chico ‘muy maduro para su edad’, pero sigue teniendo una edad X; y del otro lado hay otra persona que le puede hacer daño: un pedófilo, alguien que puede mentir respecto a su edad y generar una amistad”.

Emma pide prestar atención y no dejarse engañar ya que “esa persona” se puede hacer amigo de sus amigos para crear una red y así dejar que los demás lo acepten. Y lo más peligroso es que cuando esa “amistad” sale de las redes, después de un tiempo con un lazo virtual de semanas o meses, lo que manda es conocerse en persona. Y he aquí cuando un adolescente de menos de 18 años se encuentra con una persona (hombre) de 30.

Fernández nos lleva a reflexionar: “por eso hablar de madurez y edad deja de ser importante cuando lo importante es encontrar la clave en la supervisión y comunicación”. ¿Cuál es la comunicación que estoy teniendo con mis hijos? O de lo contrario, ¿mis hijos se comunican más con los amigos virtuales que con la familia real? Ése es un tema clave, que la comunicación real esté perdiendo vigencia frente a la educación digital.

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Infografía
Emma Fernández (ROMEL CUEVAS)

Supervisión controlada

La privacidad de tu hijo es tu responsabilidad. Esta es la sentencia de nuestras entrevistadas que te ayudará a mantenerte al tanto de qué sucede cuando no estés presente. Hay alternativas para dar seguimiento a lo que está accediendo, por ejemplo conectando su página de YouTube a tu correo personal si son niños. ¿Y en el caso de los adolescentes, que defienden su espacio apoyados en el tema de la confianza? Emma deja este consejo a los padres: “dile a tus hijos que confias en ellos. Que en quien no confías es en quien no conoces y que puede querer maltratarles”.

Y en ese sentido la comunicación y la confianza son la clave. Cuando no se da, el joven puede crear un alter ego para disfrazarse en las redes y escurrirse de la supervisión de los padres.

Julia Muñiz va más allá: “el Código para la protección de los derechos de los niñ@s y adolescentes establece que los padres son responsables de las actuaciones de sus hijos hasta los 18 años en materia civil. Y a partir de los 13 el menor tiene una responsabilidad penal”.

La abogada destaca que, en muchas ocasiones, el padre se inclina al hecho de que su hijo es la víctima, pero ¿y si son tus hijos los victimarios? “Si mi hijo está siendo el agresor, si le está haciendo daño a alguien, ¿hasta qué punto como padre tengo que velar por que esa herramienta no dañe a otros niños?”.

Autoestima

Las redes sociales pueden incidir en la autoestima de una persona, en el desarrollo de su inteligencia emocional, a no desarrollarla de forma apropiada, explica Emma Fernández. Y es aquí cuando llega el momento de la depresión, la enemiga número 1 de los adolescentes, porque los lleva a tener pensamientos suicidas. “Los adolescentes necesitan, más que aprobación, ser parte de... y para buscar ser parte de ese “espacio” son capaces hasta de inmolar sus valores y todas las recomendaciones que les han hecho”.

Huérfanos digitales

“Los jóvenes están más conectados que nunca, pero también más solos”. Esta afirmación, recogida en el libro “Los nativos digitales no existen”, es confirmada por Emma Fernández cuando asegura que tanto ella como Julia han enfrentado casos de adolescentes que envían mensajes por las redes sociales diciendo que se sienten solos, y los padres no se dan cuenta porque, por respetar su privacidad, no los siguen. Los padres tienen que supervisar y estar conectados para que sus hijos no se conviertan en huérfanos digitales.

No olvides tu rol de padre

“La confidencialidad en materia de menores está establecida en la Ley, es cierto. Encuentra una media de responsabilidad entre el bien y el mal y tu rol como padre”, explica Muñiz. Ambas especialistas recuerdan que el rol del padre no se debe romper al intentar mantener canales de comunicación efectivos con los hijos. Y tampoco se deben perder en el “darle a mis hijos lo que yo no tuve” y no dejarles lo que sí tuvieron: padres presentes. l

¿Qué está sucediendo en las redes?

Emma Fernández dice que a su despacho llegan con frecuencia estos casos:

1 Niños y niñas de 12 y 13 que se toman fotos al desnudo.

2 Masturbándose a través de fotografías y/o videos cortos y los envían a otros a través de redes “privadas”.

3 Chicos que por apuestas se quitan la ropa, se toman fotos y las suben a sus grupos.

4 Niñas que acosan a niños enviándoles fotos y videos masturbándose para llamar su atención.

5 Por amor.

Todo esto sucede tanto entre hembras como varones.

Los riesgos

Julia Muñiz advierte cuáles son las consecuencias que podrían sufrir los niños y adolescentes a raíz del

mal uso de las redes sociales:

1 Ser abusado sexual y físicamente.

2 Caer en una depresión.

3 Que su imagen sea tachada.

4 Dañar su imagen.

5 Malinfluenciarlos.

6 Suicidio si no puede salir de ese bochorno social que le impacte.

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