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Buena vida

Hillary tiene complejo de Señorita Rotenmeyer

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Hillary tiene complejo de Señorita Rotenmeyer
(Foto: AP)

Luego del esperado debate entre los canditados a la presidencia de los Estados Unidos, la economista y escritora Rita Sciara analiza la postura de Hillary Clinton, notando un complejo común en muchas mujeres.

Así inicia:

El complejo de la Señorita Rotenmeyer es el complejo que he vivido y he visto en muchas mujeres, y que se ha explicitado en el debate presidencial más seguido de los últimos años.

El complejo te atrapa luego que has agotado las siguientes etapas de la vida: has luchado mucho, has trabajado duro, varias veces en reuniones con hombres, ellos te han dicho: “Perdona, ¿me puedes llevar el café?” “Disculpa, me puedes enchufar el proyector?”, cuando ya tienes un doctorado y hablas varios idiomas, has mostrado que vales tanto como un hombre, pero esforzándote 20 veces más, y, finalmente, llega tu momento y no puedes fallar.

Cuando es evidente que el momento ha llegado, se despierta en ti el complejo: nunca te sientes verdaderamente lista y tienes que hacerlo todo impecable. Te has leído los términos de referencia varias veces, y por ese complejo que llevas, al releer los requerimientos, siempre te parece que falta aquel bullet point, por lo cual no te sientes perfecta para el puesto.

¿Qué hacer, entonces? Estudias más, te encierras en un hotel y repites los datos por tres días. Porque esta vez no puedes fallar, esa vez todo tiene que ser perfecto, retraes la espalda, retraes la sonrisa y, como un general, te lanzas a la batalla final donde no puedes equivocarte, absolutamente.

Y, al final, lo haces bien. Lo hacemos bien. Bien, porque como los buenos estudiantes “hemos hecho la labor y nos hemos aplicado”. El complejo hace que el resultado sea bueno, aunque nunca excelente, ante los propios ojos y los del público (un día después del debate entre Hillary y Trump, aún no he visto que ningún medio haya calificado como “excelente” el desempeño de Hillary.)

Sin embargo, los datos hablan: somos mejores en la universidad, pero muy pocas veces llegamos a ser directivos. El complejo atrapa, ha atrapado a Hillary en el debate y ha atrapado desde siempre a varias mujeres.

Lo he visto en Hilary en el debate, en Mara, una de mi mejores amigas (nombrada aquí con seudónimo), cuando la he empujado a presentarse varias veces a puestos para lo cual estaba muy calificada, pero ella decía que no, que le faltaba algo.

Lo he visto en alguna de mis colegas, cuando tenían que hablar en público, y la preparación de la charla nos llevaba horas, porque siempre tenían que corregir cada palabra, cada diapositiva, una y otra vez.

Lo he visto en Carme Chacón, cuando con la espalda rígida y la sonrisa aun más rígida, “tuvo que retirar” su candidatura a las primarias para la presidencia del gobierno español,“para no poner en riesgo la unidad del partido”. El PSOE perdió entonces la primera mujer en liderar la candidatura a la presidencia del gobierno español , y quizás mucho más.

Porque sí, porque somos diferentes de los hombres, pero también somos diferentes porque tenemos que hacer millones de otras cosas más que el trabajo profesional, porque de una manera u otra así es.

Mis amigas que tienen hijos, ya no tienen tiempo para nada, y tienen que organizarse cada minuto, todo tiene que ser perfecto, no tienen tiempo que perder, como me repitió mi madre una vida entera.

Las 7:00 am no son las 7:05 am, porque si pasa ese momento, si todo no está perfecto, los niños lloran, no llegas a tiempo al trabajo, no vuelves para hacerles completar las tareas. Y esa demanda y autodemanda de perfección en la vida, ese pedir más de nosotras mismas, inevitablemente, luego lo transferimos en cada diapositiva, en cada tarea, en cada debate.

Eso es lo que llamo “El Complejo de la Senorita Rotenmeyer”, ese miedo a mostrar nuestro interior, a mostrarnos como somos, porque el mundo aun no está listo para las mujeres. No está listo para aceptarnos así como somos.

Si mostramos nuestro interior, somos demasiado sentimentales.

Si somos demasiados duras, somos rígidas (para no decir mal folladas).

Si somos apasionadas, nos tachan de histéricas.

Nos han convencido que siempre nos ha faltado algo, que siempre nos falta algo, quizás porque la sociedad no está lista. Pero para que la sociedad esté lista, tenemos que estar listas nosotras, mostrarnos lo que somos y ser pedagógicas con la sociedad.

Siempre estamos en conflicto. Estamos en conflicto con nosotras mismas, por encontrar nuestra identidad en ese mundo machista. Estamos en conflicto con los hombres porque no somos como ellos, y estamos en conflicto con nosotras mismas porque si a veces tenemos que ser como ellos para que nos acepten, tampoco estamos contentas, porque no, al final siempre nos damos cuenta que no, no somos como ellos.

Por lo que me concierne, aun no tengo hijos, no soy perfecta y sobre todo no soy perfeccionista. Para muchas situaciones y por muchas razones me considero más hombre que mujer, y por otras soy tan mujer que a veces no me aguanto a mí misma.

A Mara, a Hillary Clinton y a Carme Chacón, a todas mis amigas o colegas que nunca se han sentido listas, que siempre les ha faltado algo, que siempre han querido corregir la última coma, la última palabra de cada página, quisiera decirles: “Chicas, estamos listas, más listas que nunca, abramos nuestros corazones, paremos de encoger la espalda, mostremos nuestras sonrisa, ...¡ya es hora, es nuestra hora, es nuestra hora mas que nunca!”

La autora es economista, graduada de Estudios Internacionales y Gestión Pública. Poetisa y pintora en ciernes. Trabaja para organismos internacionales.