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¿Nueva alimentación? Lo que creías y no es

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¿Nueva alimentación? Lo que creías y no es

Se susurra que el régimen alimentario ha experimentado transformaciones. Que si ahora la carne se come en las mañanas, que si menos carbohidratos y más proteínas es la regla... ¿A quién le reemos? ¿Realmente estamos ante una revolución alimenticia?

Todo se transforma. ¿Qué tiene que ver una de las canciones más populares de Jorge Drexler con la alimentación? Bueno, que si la relacionamos con la ley de la conservación de la materia nos damos cuenta de que nada en la vida es estático: ni se crea, ni se destruye, solo se transforma.

Con la alimentación sucede exactamente lo mismo. El estilo de vida y sus cambios, la urbanización de los pueblos, la tecnología, la educación, entre otros aspectos, han dado lugar a una dieta distinta. No lo dice esta periodista, lo afirma la Organización Mundial de la Salud en un estudio publicado en septiembre de 2015: “la alimentación evoluciona con el tiempo y se ve influida por muchos factores e interacciones complejas. Los ingresos, los precios de los alimentos (que afectarán a la disponibilidad de alimentos saludables y su asequibilidad), las preferencias y creencias individuales, las tradiciones culturales, y los factores geográficos, ambientales y socioeconómicos interactúan de manera compleja para configurar los hábitos individuales de alimentación”.

Es así como, de pronto, la batata se convierte en el vívere estrella. ¡Pero si siempre estuvo ahí! Si preguntas a alguien de la generación de los 50, es muy probable que te diga que desayunaba con ella, además de huevo, salami o queso, y un vaso de leche.

El Médico Especialista en Nutriología Clínica, medicina del ejercicio y en prevención de enfermedades crónicas no transmisibles, Richard Marine, nos cuenta que ese cambio visible en la forma de alimentarse podría empezar a contarse en nuestro país a partir de 2007, cuando se vuelven populares modalidades de entrenamiento como el crossfit, bodybuilding (fisicoculturismo), running, ciclismo, ejercicios HIIT (High Intensity Interval Training) o Outdoors.

Y eso qué tiene que ver? Lo explica: “Cada grupo de ejercicio tiene en su haber un gurú o un seguimiento que corresponde a lo que deberían comer. Salvo raras excepciones, las recomendaciones de nutrición van dirigidas al público general. Me explico. Lo que ellos estilan como alimentación tiene sentido para los grupos que practican sus mismos ejercicios. Porque tienen metas definidas. Algunos se inclinan a la ingesta proteica solamente, otros libre de gluten, de lactosa, otros se suplementan, o usan la creatinas, quemadores de grasa, entre otras cosas que les pueden ayudar a alcanzar su meta personal. Y tienes un grupo alrededor que no participa en ninguna de estas modalidades que se ve influenciado por la forma de comer de esos grupos”.

Nadie les niega que compartan sus hábitos alimenticios. El problema es que, tal como lo presenta el doctor Marine, cuando una persona con cierta influencia y/o nivel social y acceso a los medios lo dice y le funciona, la gente querrá hacerlo. No es casualidad. Pone el ejemplo de muchos que buscan alimentos libres de gluten o lactosa sin ser intolerantes simplemente porque escucharon a alguien decirlo o porque tal “crossfitero” lo hizo. Al final se traduce en un problema social y cultural.

Podríamos decir que la alimentación no cambia, porque siempre ha estado ahí. Las personas y sus hábitos y estilos cambian, y por eso cambia su forma de comer.

Lo autóctono es más saludable

Richard Marine es un abanderado de la comida criolla. Su nacionalismo culinario se debe a que cree fielmente que es más saludable. Lo que sucede es que sufrimos de “complejo gastronómico” hacia lo local: “En los países de Latinoamérica, y nosotros no estamos excluidos, hay una transculturación alimentaria, que está muy influenciada por EEUU, y Europa”. Ese proceso de acoger los rasgos alimentarios de otros países es producto de lo que Marine llama complejo gastronómico. Volvemos al principio: las personas terminan consumiendo lo que está de moda.

“Comer víveres es más saludable que comer pan. Los huevos, el pescado, más que una proteína en polvo... Es un tema de transculturación, de moda y también de desinformación. Mucha gente desconoce las propiedades de la yautía, del ñame, de la yuca...”, al momento de hacer esta aclaración, el doctor Marine confiesa que ha recibido pacientes adolescentes que ni siquiera conocen estos víveres.

El doctor reconoce que hay cuestiones étnicas culturales que influyen en la alimentación. Y que en el país, más que un problema de transición generacional, se da una desinformación nutricional: “hay soya orgánica y transgénica. El 90% es transgénica. Hay personas que no toman leche por la lactosa pero la toman de soya y se están haciendo el mismo daño. Y cosas que están en negativo que deberían estar en positivo, como el huevo. Puedes consumir dos huevos diarios y no hay forma de que te suba el colesterol. “Después de la lactancia materna, sigue el huevo a nivel alimentario”.

Cada quien con lo suyo

El programa alimentario que debe llevar cada persona debe ser de acuerdo a sus necesidades, aclara el especialista. Y eso incluye el presupuesto. Una de las dietas más famosas, la conocida como Paleo (incluye alimentos propios del Paleolítico), cuesta entre entre 27 y 38 mil pesos al mes, indica Marine. Y si resulta costoso para una clase media alta, para otros resultaría insostenible.

Según datos publicados en Diario Libre al cierre de esta edición, en enero del año 2011, el costo de la canasta familiar era de RD$10,545.98 para el 20% más pobre; RD$49,244.93 para el 20% más rico; y RD$23,688.72 era el promedio nacional. En tanto que para noviembre de 2016, el costo de la canasta familiar promedio ascendía a RD$28,515.85.

Con el alto costo de los alimentos, resulta difícil mantener un régimen de alimentación saludable, cuando a esto se le suman otros gastos. Sin embargo, lograrlo no es imposible.

Richard Marine, médico especialista

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