Compartir
Secciones
Podcasts
Última Hora
Encuestas
Servicios
Plaza Libre
Efemérides
Cumpleaños
RSS
Horóscopos
Crucigrama
Más
Contáctanos
Sobre Diario Libre
Aviso Legal
Versión Impresa
versión impresa
Redes Sociales
general

El coro de la vida

Expandir imagen
El coro de la vida

Tengo una vena artística muy desarrollada. Me considero una excelente cantante de ducha, por lo que mi público en general ha sido muy reducido y los azulejos, inmóviles y a veces extasiados, nunca se han quejado. Para no dejar la humanidad carente de mi talento, decidí unirme al coro de mi iglesia.

Me presenté al casting muy confiada, el director me escuchó y me dijo que la última fila necesitaba una voz como la mía. No capté la ironía en el momento, pero llena de orgullo ocupé mi lugar viendo con más orgullo todavía que mis dos hijas, herederas naturales de mi talento, cantaban delante. Resulta que ellas son sopranos y yo, bueno... canto en la cola, pero canto.

Pero antes... ¿qué es un coro? En una definición muy sencilla, es un conjunto de personas con diferentes registros de voces que cantan, con un fin común, una misma canción. En un coro “normal” hay sopranos y mezzosopranos (voces femeninas), barítonos, tenores (voces masculinas) y algunas voces prodigiosas como la mía. También hay voces “blancas”, características de coros de niños. No interesa tanto la tesitura, sino la armonía del conjunto o, en palabras muy llanas, que suene “bonito”.

Cuando quieres cantar por encima o por debajo de tu registro natural, tus cuerdas vocales sufren y todos los demás lo notan. Hasta el oído menos educado sabe distinguir cuando un coro de 100 personas no canta entonado por una sola voz.

Como no me utilizan mucho, he tenido más oportunidades de observar que de cantar, por lo que he aprendido valiosas lecciones para la vida. Las comparto:

Un coro puede tener las mejores voces, pero sin una correcta dirección no se escucha como debe. El director es el que marca la pauta, las entradas, el ritmo. Al director no se puede perder de vista, o pierdes de vista la canción. No está ahí por ser mejor o peor cantante, ocupa esa posición porque domina el contexto y tiene claro cómo quiere que suene el coro para lograr una buena interpretación. Excepcionalmente pueden co-existir varios directores, pero hay una sola batuta.

La disciplina es importante. En un coro aprendes a controlar tus impulsos y a educar tu voz. Tienes que saber cómo y cuándo cantar. También aprendes rápido que hay canciones más difíciles que otras, y que en el proceso de lograr la cohesión y armonía necesarias, hay que soportar los “gallos” propios y ajenos en un precioso ejercicio de trabajo en equipo, dedicación y paciencia. De eso se trata: compañerismo, tolerancia y disciplina.

Por supuesto, hay personas que cantan más bonito que otras y muchas veces se les pide que interpreten “solos” algunos fragmentos de una canción. Es impresionante ver cuando ese cantor, que sabe que tiene a la audiencia embelesada, da un paso atrás, se une a sus compañeros y permite que el coro se escuche. Y es que muchas voces, cantando al unísono y en armonía, suenan mejor y con más fuerza que una sola voz. Es la fuerza de todos juntos.

Son lecciones maravillosas aprendidas desde mi posición privilegiada del banco de la fila de atrás. Y esto me ha llevado a pensar... ¿Qué tal si nuestra sociedad, en lugar de tantos solistas, aun cuando tengan voces prodigiosas como la mía, aprendiera a cantar en coro? ¿Qué pasaría si todos, enterrando nuestros egos y agendas particulares, cantáramos al unísono una misma canción?

Hasta en el cielo nos escucharían, eso está claro.