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“Me encantaría poder volver atrás para aceptar más desafíos”

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“Me encantaría poder volver atrás para aceptar más desafíos”

Festejando nada menos que 30 años como la imagen de los cosméticos L’Oreal, Andie MacDowell es una de las pocas estrellas de Hollywood que cuenta con el privilegio de seguir inspirando tantas mujeres en el mundo con su belleza, gracias al paso de los años. Y en el Hotel London de West Hollywood, la entrevistamos especialmente, para hablar del nuevo rol de la mujer en las dos fronteras de Hollywood, dentro de la pantalla como actriz y afuera, como espectadora.

- ¿Qué cambiaría hoy en el mundo del cine, si fuera posible?

- Hay una sequía general de buenos roles para las mujeres de mi edad. Fue bastante interesante el día que cumplí 40 años, porque empecé a recibir un montón de preguntas sobre lo que significa tener 40 y quedarse básicamente afuera de Hollywood. Incluso me llegaron a preguntar que se siente perder la belleza y me pareció algo totalmente rudo.

- ¿Pero le gusta cuando a su edad todavía la comparan con las mujeres más hermosas del mundo?

- ¿Estas bromeando? Por supuesto que me gusta. ¿A qué mujer no le gustaría algo así?

En la ciudad de Gaffney en Carolina del Sur, Andie MacDowell nació el 21 de Abril de 1958, rodeada por el gusto artístico de una maestra de música como la madre, Paula Johsnton. Pero la moda fue el primer paso dentro del mundo del espectáculo, cuando en medio de un viaje a Los Angeles la contrataron para la agencia Wilhelmina Models, conociendo el éxito cuando después la representó la superagencia Elite. Así fue como apareció en las páginas de la revista Vogue, mientras hacía campañas de publicidad para Yves Saint Laurent, o el perfume Armani. Y una de los tantos comerciales de Calvin Klein, llamaron la atención de los productores que la contrataron para la película ‘La Leyenda de Tarzán’ en 1984, aunque su voz la tuvo que doblar Glen Close para reemplazar el acento sureño con uno más británico. Al año siguiente, en 1985 Andie firmó aquel primer contrato con L’Oreal en Estados Unidos, mientras se negaba a dejar el mundo de la actuación que tanto había soñado desde su infancia. Pero gracias a la moda, también conoció durante una publicidad de Gap al modelo Paul Qualley, para casarse el mismo año 1986, que también tuvieron al hijo mayor Justin, antes de tener a Rainey en 1990 y la hija menor Sarah Margaret Qualley que hoy incluso sigue los mismos pasos como actriz de su madre.

- Cuando ganó el Oscar, Patricia Arquette se quejó sobre la discriminación de las actrices en Hollywood y es un tema en el que también se sumaron otras famosas como Jane Fonda y Salma Hayek ¿En su caso vivió la discriminación en primera persona?

- Sí!. Hay que ser conscientes. En Hollywood, me acuerdo que unos años atrás, tenían una forma específica de pensar porque yo iba por un trabajo y me decían que primero tenían que elegir al actor masculino. Es ridículo. Decían que tenían que contratar primero a los hombres porque los hombres son los que van al cine y ellos quieren ver hombres, igual que las mujeres. Nunca pude entender de donde sacaban esa información.

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- ¿Usted nunca se reveló en ese sentido?

- Sí. Años atrás, yo había ido a una reunión con un director que respeto mucho, porque teníamos los mismos gustos, habíamos hecho películas parecidas. Y él mismo me dijo “Tenemos que elegir primero al hombre”, aunque el rol importante era el de una mujer... era para la película ‘Carrie’. Yo no lo podia creer. No supe que hacer. En dos segundos le perdí todo el respeto y le dije “Honestamente, no creo que yo sea la mujer correcta para este rol”. Y le sugerí que eligiera alguien más joven, que me parecía mejor, aunque le comenté “Igual creo que si van a elegir primero al actor masculino estás cometiendo un gran error porque la película se trata de ella.” Obviamente no conseguí el trabajo, pero yo no pude creer que me había dicho algo así.

- ¿Qué otras películas importantes llegó a rechazar... por otras razones?

- Yo siempre fui muy reservada en mis decisiones por la forma en que me criaron, por querer respetar a mi familia. Pero ya les dije a mis hijos que no hagan lo mismo. Como actriz, debería hacerlo de todo. Pero creo que el problema es que tuve demasiada gente que me hacía sentir que yo me iba a ver mal, aunque simplemente interpretara un personaje y no fuera yo. Es puro arte. Me encantaría poder volver atrás para aceptar más desafíos. Pero no es tarde. Los voy a aceptar a partir de ahora.

- ¿Y alguna película que ni siquiera quiso considerar por esa misma forma de pensar?

- Era muy cuidadosa y la película ‘Nueve Semanas y Media’ es el perfecto ejemplo, porque yo tenía pánico de presentarme a la prueba de audición.

- ¿Nunca llegó a considerarla entonces?

- No. Yo conocía a Adrian Lyne, porque habíamos hecho una publicidad juntos. Y no había querido ir a las pruebas de audición porque no sabía como podían llegar a juzgarme, pero Kim Basinger hizo un trabajo hermoso. Hice bien en pasar.

- ¿Nueve Semanas y Media no es la vieja versión de ‘50 Sombras de Grey’?

- Sí, es la original. Totalmente, la original.

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- Maggie Gyllenhaal, con menos de 40 años, hace poco también se quejó cuando le dijeron que era demasiado grande para interpretar a la amante de un hombre de 50 años. ¿Alguna vez le pasó algo parecido?

- Bueno, en mi caso estuve en el lado inverso y creo también es injusto. Genuinamente injusto. Si fuera algo normal que las mujeres tengan romances en el cine con hombres más jóvenes, no sería tan injusto. Pero no hay reglas determinadas. Nosotros las imponemos. Nuestra sociedad, nuestros prejuicios, nuestros miedos, nuestras actitudes hacia ciertas cosas, con nuestros prejuicios generales proyectamos la descripción de aquello que nos rodea. Esos son los niveles que establecemos en el cine, contando como somos al mundo. Nosotros imponemos las reglas. Y desafortunadamente, las mujeres estamos extremadamente limitadas. Nos han estado relegando a ser objetos sexuales, apareciendo en una historia para ofrecer o inspirar puro sexo al personaje masculino o solo quedan roles de reparto si la mujer no es sensual o no es suficientemente atractiva. En ese caso puede ser graciosa, puede ser madre, pero no puede ser sensual porque nos distraería y pasaría a ocupar el papel de la mujer que ya tiene esos roles protagónicos femeninos. Solo hay esas dos opciones. Y superando más de la mitad de la población, me niego a creer que ese sea nuestro destino para las actrices, relegándonos a un nivel tan degradante, pero es el nivel que hoy existe en Hollywood.

- ¿Nota algún cambio con el paso de los años?

- La evolución de la mujer ha sido un proceso muy lento, pero está ocurriendo. Y te lo puedo comprobar desde mi perspectiva. La mejor forma de explicarlo es cuando yo tuve el personaje de ‘Sex, Lies and Videotape’, interpreté una mujer que era reprimida sexualmente porque tenía que ser la imagen perfecta que considera el hombre. La versión femenina de esa imagen es no ser una prostituta y eso significa que no nos tiene que gustar el sexo. Y hoy, con la evolución de la mujer, a las nuevas generaciones de mujeres se les permite disfrutar el sexo sin que las llamen prostitutas.

- ¿La mujer independiente que hoy trabaja cambia también lo que decide ver en cine, como los éxitos de las nuevas películas eróticas como ‘50 Sombras of Grey’ o incluso Magic Mike?

- La verdad, no vi ‘50 Sombras de Grey, pero es cierto que hoy hay más mujeres trabajando que hombres. Alguien me dijo que esas estadísticas superan el 60%. No puedo imaginar como vivía la mujer de la generación de mi madre, totalmente impotente, sin poder tomar decisiones simples en sus vidas.

- ¿Le gusta el cambio de roles donde hoy las mujeres disfrutan más lo que antes solían disfrutar tanto los hombres en temas eróticos?

- Es maravilloso ver a la mujer con poder. Es un poco lo que pasó con la película Magic Mike XXL donde un grupo de hombres tuvieron la dignidad de crear algo para la mujer. ¿Viste incluso el personaje que tuvo la esposa de Will Smith, Jada? Ese rol era fantástico porque hubiera sido diferente con un hombre, porque era una mujer que controlaba todo y desafiaba a la mujer a disfrutar de su sexualidad. Y ni siquiera hubo desnudos, nadie se quitó la ropa.

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- ¿Alguna vez estuvo en un club de strippers masculinos de verdad?

- No, nunca estuve en un strip club.

- ¿Nunca la tentó la idea?

- Definitivamente estoy abierta a la idea. Pero ahora que me acuerdo estuve en uno, en Bourbon Street, pero no me gustó para nada. Me pareció bastante triste, la experiencia. La película me gustó mucho más porque no se sintió como si alguien tuviera que vender su alma y todos la pasaban bien, bailando. Si yo pudiera ir a un lugar donde pueda sentir lo mismo, probablemente iría para vivir la experiencia del baile. Eso sí lo disfrutaría seguro.

- ¿Es una buena forma de disfrutar literalmente la revolución femenina?

- (Risas) Es gracioso. Puede ser sensual, pero las mujeres van a lugares así, para divertirse. El espíritu es muy diferente (a los otros strip clubs de mujeres). No hay nada de agresión, porque no tenemos testosterona, las mujeres solo van por el espíritu de diversión, donde los hombres también son mucho más vulnerables. Y es realmente maravilloso poder contar con la oportunidad de disfrutar la igualdad de derechos sin ningún sentimiento, solo por diversión. Pienso que las mujeres estamos viviendo una transformación, pero todavía tenemos mucho trabajo por delante. En Estados Unidos ni siquiera tuvimos una Presidente Mujer todavía.

- ¿Piensa que Hilary Clinton será la primera?

- No lo sé, pero es una lástima que todavía no hayamos tenido una. Al menos tuvimos un presidente de raza negra. Tenemos que empezar a cambiar por algún lado.

- ¿Y cuál fue su mayor cambio? ¿Qué recuerdo de su vida se relaciona con aquella primera decisión de convertirse en actriz?

- Cuando era muy jovencita, me encantaba jugar a pretender ser otra persona. Ese era mi juego favorito. Y mi madre también era muy artística, le encantaba las artes y un día me llevó a una obra de teatro en nuestro pueblito donde vi a toda esta gente adulta arriba del escenario, jugando a ser otras personas. Y así me di cuenta que había un trabajo que podías tener, donde pudieras pretender que eras otro.

- ¿Qué edad tenía?

- Probablemente tenía nueve años cuando me di cuenta que era posible crecer y jugar a ser otra persona. De verdad, era mi juego favorito. Y todavía me encanta jugarlo. Lo amo. Amo hacerle creer a alguien que no soy yo.

- ¿Cambió mucho el cine desde aquel entonces?

- Ya ni siquiera hay cine. Con los cambios de cámaras, en la era digital perdimos la buena calidad del cine, aunque está mejorando ahora de nuevo. La velocidad es increíble, estamos progresando bastante. Al principio me daba tristeza pensar que estábamos perdiendo el estilo de cine que yo tanto amaba. Pero el cambio siempre es duro, en todo aspecto de la vida.

- ¿Y con el paso del tiempo todavía siente que puede seguir aprendendiendo, como actriz?

- Yo siento que nunca dejamos de aprender. De eso se trata la vida y es la mejor forma de disfrutarla.

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