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A golpe de déficits

En su discurso sobre la situación fiscal del país y la reforma tributaria, el ex presidente Fernández se refirió varias veces al déficit fiscal y su significado.

Parte de sus planteamientos tocaron aspectos de orden jurídico, en cuanto a que el déficit de ningún modo puede ser considerado como un fraude. Pero otra parte correspondió a su origen y a sus implicaciones económicas.

Respecto de su origen, lo atribuyó a tres componentes: el sector eléctrico, el banco central y a una caída en las recaudaciones de impuestos respecto de lo presupuestado para el año 2012. En particular, mencionó los impuestos de aduana, diciendo que en el 2000 eran el 34.8% de los ingresos del gobierno y sólo el 8.2% en el 2011.

Sucede, sin embargo, que dicha reducción porcentual no provocó una disminución en el total recaudado por concepto de todos los impuestos, lo que indica que en términos absolutos fue más que compensada por los otros gravámenes. De hecho, lograr esa compensación fue precisamente la justificación que se dio para otras reformas que precedieron a la aprobada ahora.

Pero aparte de referirse a las causas del déficit fiscal aquí, Fernández citó cifras de déficits en el Reino Unido, Japón, España y los Estados Unidos, todos países desarrollados por cierto, con monedas usadas mundialmente como reserva de poder adquisitivo, y todos en recesión o saliendo de ella.

Y añadió explicaciones sobre lo que es un déficit, del cual dijo no es "nada nefasto ni pecaminoso", sino "una forma de financiar una necesidad que se tiene en un momento determinado" cuando no se tienen "los recursos suficientes para satisfacerla".

En realidad, el déficit es el exceso del gasto, no el modo de financiarlo, e incurrir en él implica traspasar el costo de ese gasto hacia el futuro, colocándolo sobre los hombros de personas que aún no han nacido o son demasiado jóvenes para votar y hacer valer sus opiniones.