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Sale el nuevo Galaxy

En los 1950 y años subsiguientes, los consumidores estadounidenses, en ese entonces y por mucho los más ricos del planeta, tenían la costumbre de cambiar sus automóviles cada dos años, estimulados por los fabricantes, vía modificaciones sustanciales en el diseño y apariencia de los modelos de un año para el otro.

Compañías como Ford, General Motors, Chrysler y American Motors promovían sus ventas, haciendo sentir al consumidor que el vehículo que poseía había quedado atrasado, reemplazado por otro más avanzado, para lo cual hacían que el nuevo fuera claramente distinto del anterior por su aspecto y accesorios. Tener el último modelo era motivo de prestigio personal.

Esa cultura consumista fue reemplazada por otra que hoy en día enfatiza la calidad, confiabilidad y duración de los vehículos, cuya actualidad y valor de mercado son favorecidos por rasgos que se mantienen inalterados por varios años y por límites a la dimensión de las variaciones sucesivas en su diseño.

Los fabricantes de teléfonos están aplicando ahora una estrategia similar a la que otrora existió en la industria del automóvil. Persiguen aumentar sus ventas por medio de la introducción de nuevos modelos que dejan rezagados, y hasta obsoletos, a los anteriores.

A medida que un producto "madura", sin embargo, se hace más difícil añadir características funcionales nuevas que motiven a los usuarios a cambiar. Samsung, el mayor fabricante de teléfonos inteligentes del mundo, ya ha percibido esa dificultad, que se refleja en un declive de sus ganancias durante los últimos dos trimestres consecutivos.

Samsung cuenta con que su teléfono Galaxy S5, que se pone a la venta hoy a nivel mundial, le ayude a revertir ese descenso, para lo que le ha puesto un precio competitivo con la versión S4. Redujo además sus gastos de mercadeo, pero no pudo evitar que el precio de sus acciones bajase en un 11% en lo que va de este año.