Menos drásticos

Él avance tecnológico ha hecho posible que los instrumentos quirúrgicos sean menos "invasivos". Láseres y ultrasonidos han reemplazado algunas cirugías abiertas, y los períodos de recuperación son más reducidos.

También en la economía sucede así. Antes, aquí los gobiernos resolvían los desajustes con medidas drásticas. Si había inflación, fijaban precios máximos. Si las divisas escaseaban, las racionaban. Si había mucho dinero circulando, aumentaban el encaje legal de los bancos. Y así por el estilo. Por supuesto, las causas de los problemas no se resolvían y al poco tiempo había otra crisis.

Los gobiernos socialistas no eran tímidos tampoco. En la Unión Soviética, los planificadores ponían los precios de los productos desde sus oficinas, no eran permitidas transacciones no autorizadas con el exterior, una persona no podía mudarse de ciudad sin permiso previo, y a los bancos se les decía cómo podían prestar.

Las cosas han cambiado. Rusia está presionada por las sanciones que le han impuesto las potencias occidentales por su intervención en Ucrania, US$75 mil millones han salido del país, y las acciones de empresas rusas han bajado de precio. Fondos rusos en el extranjero pueden ser congelados, el costo de los bienes importados está subiendo, y se anticipa una ampliación de las penalidades.

Pero en lugar de imponer controles, cuotas y otras medidas directas, el gobierno optó por subir la tasa de interés, algo que sus antecesores soviéticos no hubieran ni siquiera considerado.

El viernes pasado, el banco central ruso aumentó su tasa de interés de referencia en medio punto, hasta el 8%, habiéndola subido en 2.5% desde el inicio de las sanciones. Calificó el alza como una medida contra la inflación, pero en realidad lo que espera es detener la salida de capitales y la depreciación del rublo. Busca estabilizar, aunque de paso se agrave la caída que ya está sufriendo el crecimiento económico.

Gustavo Volmar