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Escape de subsidios

Aquí ha sucedido. Subsidios otorgados para bajar el precio de algunos productos auspician la salida de esos bienes hacia Haití, y desde allá entran artículos donados por organismos internacionales. Pero si eso sucede por una frontera de unos cientos de kilómetros, qué no pasará por una de dos mil doscientos kilómetros si están envueltos algunos de los subsidios más extremos que existen en el mundo.

Comenzando desde el 11 de agosto, por iniciativa de Venezuela, la frontera entre ese país y Colombia está siendo cerrada todas las noches desde las diez hasta las cinco de la madrugada, a fin de impedir el contrabando que afirman tiene lugar durante ese período. Venezuela informó que la medida ha dado resultados “extraordinarios”, pero el periódico colombiano El Tiempo ha reportado que los contrabandistas no esperan a que llegue la noche.

A la tasa oficial de cambio, el galón de gasolina en Venezuela cuesta sólo unos seis centavos de dólar, mientras en Colombia cuesta cerca de cuatro dólares y medio. Y los precios subsidiados en Venezuela de alimentos básicos como el arroz y los aceites son una décima parte del nivel que éstos tienen en Colombia. Oportunidades así no las dejan escapar los delincuentes.

Mientras en Venezuela hay escasez de alimentos, el gobierno colombiano estima que el 15% del combustible y hasta el 20% del arroz consumido en el país procede de Venezuela. Los contrabandistas pagan sus compras con drogas, un negocio redondo para ellos.

Transportar toneladas de alimentos y miles de galones de combustible no se hace por internet. Se trasladan en cientos de automóviles, camionetas y camiones, visibles en las carreteras e identificables fácilmente. Pero sucede que los contrabandistas no son egoístas, comparten sus ganancias con los que podrían obstaculizar sus operaciones, quienes son los mismos que tienen la responsabilidad de aplicar el cierre nocturno de la frontera.