Turbulencia en Air France

Todos apoyamos la eficiencia, siempre que no sea a nuestra costa. En pocas empresas esta realidad se manifiesta con más fuerza que en aquellas que han tenido que transformarse para poder subsistir, la aviación comercial entre ellas.

Las aerolíneas que no han desaparecido por causa de quiebra o absorción se han visto obligadas a enfrentar el incremento extraordinario ocurrido en sus costos de operación. Si tomamos en cuenta sólo los últimos cinco años, el precio del combustible ha bajado o no ha variado significativamente. Pero desde una perspectiva más prolongada, el incremento en términos reales modificó de forma radical la estructura de costos de las empresas y su viabilidad financiera.

Motores más eficientes, aeronaves más ligeras, aumentos de tarifas y reestructuraciones de rutas fueron parte integral de los cambios que las líneas aéreas tuvieron que implementar, en un entorno económico en ocasiones poco favorable. De ser los mimados canales de venta de pasajes, las agencias de viaje vieron reducidas sus comisiones y fueron siendo desplazadas por las ventas directas por Internet.

Parte de las reformas tuvieron que ver con el personal, usualmente entre los mejor pagados y con mayores privilegios en el sector de los servicios. Las tripulaciones de vuelo por aeronave fueron reducidas e igual ocurrió con el personal de tierra. Y luego las compañías dieron un paso más, creando aerolíneas subsidiarias de bajo costo, a fin de poder competir en varias rutas.

Air France-KLM se propone expandir Transavia, su línea de bajo costo, y la idea no agrada a sus sindicatos por el efecto que eso puede tener sobre los salarios y demás condiciones de trabajo. Iniciaron hace diez días una huelga que ha paralizado el 60% de los vuelos y cuesta US$25 millones por día a la aerolínea. El gobierno, socialista sólo de nombre, apoya a la empresa, la cual ha expresado seguirá adelante con sus planes.

Gustavo Volmar