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En espera de Bandex

Se dice a veces que algunos productos se venden solos, implicando que la demanda por ellos es tan fuerte que no cuesta ningún esfuerzo venderlos.

Una de las consecuencias de la globalización económica mundial ha sido reducir la lista de las exportaciones que se venden solas. Hay productos que en un momento son escasos y se venden sin dificultad, por causa de eventos climáticos, desastres naturales, avances tecnológicos, guerras u otras circunstancias que reducen la oferta, aumentan necesidades o crean dispositivos más avanzados.

Pero ésas son excepciones. En la generalidad de los casos hay que batallar duro para poder vender productos en el exterior. Se necesita superar otras ofertas, haciendo más atractivas la propia en términos de precio, calidad, confiabilidad de suministro, rapidez de entrega, empaque, publicidad y demás características y mecanismos de interés para el comprador.

Uno de esos mecanismos es el financiamiento, tanto a los productores como a las diferentes fases del proceso de exportación, incluyendo el crédito a los adquirientes. En nuestro país, donde los exportadores tienen que vencer tantos obstáculos burocráticos, energéticos, laborales, logísticos e impositivos, contar con un apoyo crediticio resulta ser especialmente valioso.

Pero pasó junio, luego julio, el 16 de agosto y casi todo septiembre y la ley del banco de desarrollo de las exportaciones no acaba de salir. Ahora que los EE.UU. y otras economías están reactivando sus importaciones es el momento propicio para su creación. Dado que mediará un tiempo entre la ley y el inicio de las operaciones, más retrasos sólo harían que otros países se nos vayan por delante.

Su creación ha recibido un respaldo generalizado. Disposiciones del proyecto de ley que fueron objetadas pueden ser modificadas. Debe asegurarse su funcionamiento técnico y su viabilidad financiera. Pero no debe demorarse más su puesta en marcha.