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Recortes de subsidios

El populismo suele asociarse con gobiernos que buscan mantenerse en el poder con el apoyo de los favorecidos con empleos, regalos, subsidios, contratos y demás tipos de ayuda con las que los políticos atraen votos a su favor. Pero aún para gobiernos dictatoriales, cuyo poder no surge realmente de las elecciones ficticias que convocan, puede ser arriesgado eliminar esas concesiones.

El cambio de gobierno en Egipto ha incidido sobre los subsidios, que habían venido absorbiendo una cuarta parte del presupuesto nacional. El régimen militar aumentó el precio de los combustibles hasta en un 78%, lo cual sigue a un alza a principios de agosto en la tarifa de la electricidad y a un recorte del 13% en el subsidio al pan.

Las alzas de precio se esparcen rápidamente por toda la economía. Cemento, acero, galletas, abonos, transporte y prácticamente todos los demás bienes y servicios están impactados, en mayor o menor grado, lo que augura que habrá descontento en la población. En 1975 y 1977 demostraciones populares hicieron desistir al gobierno de Anwar al-Sadat de medidas similares, lo que ocurrió de nuevo durante el gobierno de Mubarak en 1986.

El banco mundial y el FMI apoyan, como era de esperar, la reducción de los subsidios. Señalan que algunos de ellos no benefician a los pobres, que el gobierno necesita recursos para invertir en infraestructura y servicios públicos, y que sin la ayuda de las naciones del Golfo Pérsico el país estaría en bancarrota.

Los subsidios son a veces presentados como mecanismos de redistribución del ingreso y como instrumentos para compensar la ausencia o las limitaciones de los programas de seguridad social. Sus adversarios, en cambio, los describen como medios de redistribuir la pobreza y de impedir que se pueda salir de ella. Su eliminación, en todo caso, implica riesgos para cualquier gobierno, aunque éste pueda estar sustentado por el poder de las armas.