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Retroceso sindical

Con quien contaban como su aliado y defensor les dio la espalda cuando más lo necesitaban. Los sindicatos franceses, por años entre los más vigorosos y militantes de Europa, llevaron al poder en el 2012 al partido socialista, confiados en sus promesas electorales contra la austeridad impuesta por los conservadores. Creyeron que el nuevo gobierno impulsaría una serie de medidas a favor de una mayor equidad, la expansión de los empleos y mayores gastos sociales. Y durante unos meses pareció que así sucedería.

Pero a medida que el tiempo fue avanzando, las políticas gubernamentales probaron ser inefectivas y la economía siguió declinando. Los más altos impuestos sirvieron para desalentar las inversiones, el desempleo siguió aumentando y un sentimiento xenófobo fue creciendo entre los franceses. Y la reciente salida de los ministros más comprometidos con las políticas de izquierda selló el giro del gobierno hacia posiciones más acordes con los planteamientos del sector empresarial.

El declive de los socialistas y el ascenso de la derecha, confirmado hace unos días por los resultados de las elecciones para el Senado francés, ha sido percibido por los sindicatos. Viendo que la estructura de las fuerzas políticas se está recomponiendo en su contra, los pilotos de Air France-KLM pusieron fin a la huelga comenzada el 15 de septiembre pasado, sin haber logrado sus propósitos. Dijeron haberla levantado para no causar más perjuicios económicos a la empresa.

Air France-KLM continuará con su plan de desarrollar Transavia, una línea de bajo costo, cuyo personal de tierra y vuelo recibirá menores remuneraciones. No admitió que hubiera un solo contrato laboral para ambas aerolíneas ni detener la expansión de sus rutas. Sólo aceptó posponer la creación de filiales europeas fuera de Francia.

El ambiente político no es propicio para los sindicatos franceses, y tampoco lo es el deteriorado ambiente económico.