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Viernes negro aquí

Su celebración parece haber sido iniciada por Office Depot y seguida poco después por Plaza Lama. O quizás fue al revés, pero lo cierto es que los especiales del viernes negro han llegado al país para quedarse. No sólo son ya electrodomésticos, equipos y materiales de oficina, ahora se ofrecen vehículos, teléfonos, gasolina, medicamentos y una gran variedad de otros artículos. Hasta Ikea este año se sumó a la ocasión.

A diferencia de otros países, los comercios aquí prefieren anunciar descuentos “en toda la tienda” o porcentajes globales de rebajas, en lugar de ofertas de productos específicos. Los centros comerciales promueven las ofertas de sus establecimientos. Y los horarios extendidos son parte integral de la ocasión, pues el viernes es un día laborable y hay que acomodar a los compradores, sea antes de que se inicie o después de que concluya la jornada normal de trabajo.

Adelantar el viernes negro y extenderlo a toda una semana es una forma de quitar ventas a la competencia, algo que lógicamente conviene individualmente a los comercios que lo hacen, pero que no beneficia a la celebración del día a nivel del conjunto de los establecimientos participantes. Se justifica para las ventas en línea, pero éstas aquí no son importantes.

Aunque pueda parecer paradójico, por las ofertas exuberantes que suelen hacerse, el atractivo del viernes negro es acrecentado por la escasez, tanto de tiempo como de productos. Los consumidores saben que la duración de las gangas es muy reducida, apenas algunas horas en total, y que pueden existir limitaciones a las cantidades de productos con precios rebajados. Se promueve de ese modo que ellos acudan primero a los comercios con ofertas limitadas, para evitar que se acaben, dejando para más tarde las de los que no han fijado límites.

Haber superado la escasez es parte de la satisfacción de quienes se sienten afortunados por haber conseguido comprar.