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Venta de la deuda

No nos perjudicará, y podría beneficiarnos. Así se dice de la alegada venta por parte de Venezuela de la deuda que hemos contraído por el acuerdo de Petrocaribe.

La realidad es, sin embargo, que mientras Venezuela fuera el acreedor, existía la posibilidad de que esa deuda pudiera ser renegociada a su vencimiento, compensada con compras de productos, utilizada para inversiones venezolanas aquí, o condonada en parte o en su totalidad. El mercado financiero internacional no suele ser tan generoso.

Habrá que pagar, por ella o por la deuda que emitamos para comprarla, y para poder hacerlo, tendremos que endeudarnos más, o conseguir los dólares mediante nuestras exportaciones. Conviene, por lo tanto, preguntarnos en qué ha contribuido el uso de los fondos de Petrocaribe a incrementar la producción de bienes exportables o la competitividad externa del país.

Lamentablemente, en lugar de dedicarlos a fines específicos de desarrollo, hemos manejado los fondos como un ingreso más del sector público, mezclándolos con los que se usan para los subsidios y demás gastos corrientes.

Pero falta mucho para pagar, diríamos con nuestra habitual imprevisión, la economía crecerá, y de algún lado saldrá el dinero para pagar. Es sorprendente, sin embargo, lo rápido que el tiempo pasa cuando de deudas se trata.

Sólo una pequeña parte de la deuda fue pagada con ventas de productos a Venezuela, y nos cuestionamos por qué. Podría decirse que ese hecho revela la incapacidad de nuestra agropecuaria y nuestra industria de exportar a precios competitivos, pues nuestros elevados costos de producción nos impiden hacerlo, a menos que medie algún subsidio gubernamental. Pero más importante aún es que el Estado, que es el deudor, hubiera tenido que comprar esos productos para mandárselos a Venezuela, algo ilógico desde su punto de vista, dado que ya tenía un gran déficit fiscal, y lo que buscaba era la forma de poder gastar más.

gvolmar@diariolibre.com