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Segundo frente

La guerra del petróleo tiene dos frentes de batalla. El más comentado hasta el momento ha sido el que tiene lugar dentro de la OPEP, la organización que agrupa a varios de los países exportadores tradicionales. Fue la decisión de la OPEP de oponerse a reducir las cuotas de exportación la que aceleró el descenso del precio del petróleo, desde cerca de los US$70 por barril a que se vendía cuando esa decisión fue tomada a los US$46 en que abrió el día de ayer. Predominó en la OPEP la posición de Arabia Saudita y otros estados del Golfo Pérsico, y resultaron derrotados Venezuela e Irán.

Pero el otro frente de batalla está empezando a calentarse ahora. En él se enfrentan los productores tradicionales de la OPEP más Rusia con las fuentes no tradicionales de suministro, en particular el petróleo de esquistos procedente de los Estados Unidos. Fueron los altos precios a que el petróleo llegó los que estimularon el uso de técnicas de producción que anteriormente no eran rentables. A los precios a los que el petróleo es vendido ahora esos productores no podrían sostener su producción.

Los usuarios y los suplidores de petróleo, para protegerse de las fluctuaciones en su precio, suelen contratar por adelantado una parte de lo que necesitan o producen, por medio de mecanismos diversos que se activan cuando el precio sale de un rango convenido. Por esa razón, los productores no tradicionales no han sentido todavía el impacto total de los bajos precios en sus resultados financieros. A medida que los contratos son renovados son sustituidos por otros con precios menores, lo que irá mermando los ingresos de esos productores y puede detener la expansión del suministro.

La independencia energética de los Estados Unidos y su proyección como exportador están en juego, pero también están en peligro las economías de los productores tradicionales. De quien pueda resistir más dependerá el curso futuro de los precios.

gvolmar@diariolibre.com