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Vaivenes cambiarios

La expansión geográfica, promovida usualmente como un mecanismo para que las ventas de las empresas no dependan de un solo mercado, conlleva un riesgo que algunas compañías están viendo materializar ahora.

La empresa Procter & Gamble es uno de esos casos. Con una gran variedad de productos y de marcas que son parte habitual de la vida diaria, entre ellas Clairol, Cover Girl, Crest, Charmin, Tide, Pampers, Fab, Vicks y Gillette, la empresa diversificó también sus mercados como parte de su estrategia corporativa, teniendo en la actualidad centros de operaciones en 62 países. Pero al diversificar mercados en naciones con monedas diferentes, asumió el riesgo de las fluctuaciones cambiarias que pudieran ocurrir.

En su último informe trimestral, dado a conocer el martes pasado, la compañía informó que sus ganancias habían descendido en un astronómico 31% respecto del trimestre anterior, hecho que atribuyó a la pérdida de valor de algunas monedas, como el rublo ruso, frente al dólar.

Procter & Gamble no es un caso único. En situaciones parecidas se encuentran otras empresas geográficamente diversificadas, como Johnson & Johnson y Pfizer.

La exposición de las empresas multinacionales al riesgo cambiario es agravada por las diferencias entre su estructura de producción y la composición de sus ingresos. Variaciones cambiarias pueden alterar el costo de sus productos aún en ausencia de cambios en productividad, mercado o tributación, lo que afecta la demanda efectiva, el margen de ganancia y el volumen de las ventas.

Y también pueden incidir sobre el costo de los financiamientos recibidos y sobre el costo de los mecanismos financieros de protección contra esas fluctuaciones.

La globalización ha sido descrita como lesiva para la estabilidad de las naciones pobres, sujetas a las decisiones de las multinacionales. Parece que estas últimas son a su vez víctimas de los vaivenes cambiarios.

gvolmar@diariolibre.com