Estacional o atípica
Gustavo Volmar
El aumento del encaje legal no una medida del agrado de los intermediarios financieros, ya que les obliga a tener que extraer sus ganancias netas de un porcentaje menor de los recursos que administran, sean éstos pasivos o patrimoniales, con efecto parecido al de un impuesto.
Y tampoco les agrada que se deje entrever que sus actuaciones podrían ser la causa de variaciones cambiarias inconsistentes con los fundamentos de la economía nacional. De ahí la diferencia de opinión sobre la naturaleza, atípica o estacional, del alza en el valor del dólar frente al peso.
El incremento del encaje suele ser dejado para tiempos difíciles y, como sucede también con otras medidas, su impacto depende más de la magnitud y rapidez de su variación que del nivel absoluto al que permanece.
No hay una práctica internacional uniforme al respecto, siendo muy diversos sus porcentajes y demás características. Los hay permanentes y transitorios, remunerados y no remunerados, uniformes y selectivos.
De ser vistos en su origen como medios de respaldo de los depósitos en los bancos, el encaje pasó a ser un instrumento de regulación del dinero circulante.
Críticas le han sobrado, por sus consecuencias sobre la rentabilidad de los bancos y los depósitos, y por la dificultad de anticipar su efecto sobre la tasa de interés.
Dado el cambio de objetivos de los bancos centrales, desde niveles de tasa de cambio a metas de inflación, la preferencia es ahora actuar vía la tasa de interés de referencia y no directamente sobre el dinero en circulación por medio del encaje.
Pero en nuestro caso particular, donde el banco central coloca valores de forma habitual para disminuir la liquidez del mercado, lo que tiene un efecto acumulativo sólo compensado parcialmente por los intereses sobre los bonos de capitalización que el gobierno emite a su favor, el retiro directo de fondos es parte integral de la política monetaria.
Gustavo Volmar
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