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La noticia causó sorpresa y consternación. Los Estados Unidos anunciaron que por un lapso indeterminado de tiempo no permitirían la entrada de frutos y vegetales dominicanos por razones fitosanitarias. La responsable es una pequeña y blanquecina mosquita, más letal para la agricultura que lo que su tamaño hace pensar, y más sus huevos y sus larvas que ella misma en su estado adulto.

La sorpresa, sin embargo, puede no haber sido tan grande para el sector agrícola, pues se ha dicho que el Departamento de Agricultura del gobierno estadounidense advirtió desde octubre del año pasado que contemplaba imponer la prohibición si la mosca no era erradicada. No sabemos qué se hizo al respecto en los cinco meses transcurridos desde entonces, o si las medidas que se puedan haber tomado fueron infructuosas.

Lo cierto es que la prohibición ya fue impuesta, y si no es levantada pronto un número creciente de productos, según cambien las estaciones y cosechas, irán siendo afectados, involucrando pérdidas económicas cuantiosas para nuestra agricultura.

En lo que la mosca se erradica, las autoridades y los productores andan en busca de mercados alternativos. Los destinos lógicos son países que como España y Portugal ya tienen desde hace tiempo la mosca en su territorio, y no les debería importar que les lleguen unas cuantas más. O países como Rusia, ésta última embarcada en un proceso acelerado de sustitución de fuentes de productos agrícolas debido a las sanciones de que ha sido objeto por parte de los Estados Unidos y Europa Occidental.

Se habla de vender aquí los productos que no sean exportados, a través de supermercados, hoteles, restaurantes y organismos vinculados a programas de ayuda social. Hay que tratar de evitar, sin embargo, que de ser un brote confinado a un lugar específico se convierta en una infección a nivel nacional, lo que podría ocurrir por el traslado de productos infectados a otras partes del país.

gvolmar@diariolibre.com