Evaluación desde afuera
Gustavo Volmar
Nuestro país cuenta con una estrategia de desarrollo en cuya elaboración participaron diversos sectores considerados representativos de todas las esferas de la vida nacional.
Las consecuencias prácticas de esa estrategia, sin embargo, y la preparación de planes concretos de aplicación, han sido más limitadas que las que sus propulsores hubieran deseado.
Con frecuencia observamos que las actuaciones de los sectores involucrados no son consistentes con los lineamientos acordados, hay discrepancias en criterios de aplicación, y más parecemos reaccionar ante los síntomas de los problemas que abordar la solución de sus causas.
A veces conviene ver las cosas desde lejos.
En otro ámbito, y para otra nación, un seminario inusual tuvo como objetivo vislumbrar cómo será, o debería ser, la Argentina del 2030.
Estudiantes y profesores de ese país, vinculados al Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT) y a la Universidad de Harvard, se dieron cita en la Escuela John F. Kennedy de esta última institución a fin de identificar objetivos comunes y proponer metas concretas, acompañados por empresarios, representantes de ONG, sindicalistas, periodistas, políticos y artistas.
Aunque existían grandes diferencias políticas y económicas entre los cuarenta participantes, en el curso de las discusiones fueron detectadas notables coincidencias.
Asuntos como las desigualdades sociales, la deserción escolar, la escasez de viviendas, la inversión en ciencia y tecnología, las oportunidades de empleo y la falta de transparencia de las estadísticas oficiales, fueron identificados y aceptados como prioritarios.
Una de las conclusiones más significativas fue que el sistema educativo no está integrado con el mercado laboral para formar los técnicos y profesionales que el país necesita. Y otra fue que las deficiencias en los mecanismos de evaluación de las políticas públicas impiden medir su impacto y resultados.
Gustavo Volmar
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