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Jarro de agua fría

Años atrás un proyecto despertó grandes esperanzas entre los dominicanos. Se le presentó como la llave para liberar el potencial agrícola de la región más fértil del país, fuente de energía y vía para reducir la dependencia del azúcar como principal fuente de divisas.

Ese proyecto era la presa de Tavera. Fue construida, y luego de ella muchas otras, sin que se dieran los efectos casi milagrosos con los que el país soñaba.

Otro país tuvo un sueño similar, pero más basado en la realidad, y el presidente Medina y demás líderes del continente pudieron constatarlo en la reciente Cumbre de las Américas. Panamá debe su prosperidad, y su independencia nacional, al canal que cruza su territorio y une los dos mayores océanos del planeta.

En proceso de ampliación para acomodar más y mayores buques, es la más importante fuente de riqueza de ese país, fundamento también de la intensa actividad comercial y financiera que ha redibujado la silueta de su ciudad capital dotándola de grandes torres y amplias avenidas, colocando a la economía panameña en el tope del crecimiento de toda la región.

Las señales del progreso generado por el canal fueron evidentes también para el presidente de Nicaragua, país que espera que otro canal le permita dejar de ser uno de los más pobres del hemisferio, obra para la cual tiene un contrato suscrito con empresarios privados chinos de Hong Kong que andan en busca de US$50,000 millones de financiamiento, cuatro veces el PIB del país.

No será así, dice el administrador del canal panameño. Afirmó esta semana que las compañías estatales chinas no están interesadas en financiar el canal de Nicaragua, y lo ven con recelo.

Añadió que el primer ministro de Holanda le expresó que desconfía de ese proyecto. Y concluyó diciendo que hasta ahora esa iniciativa “no tiene ningún tipo de valor real”. Echó, de esa forma, un jarro de agua fría sobre el sueño de los nicaragüenses.

gvolmar@diariolibre.com