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Libre del ébola

Las predicciones no podían ser más inquietantes, y la descripción de cómo se propagaría la enfermedad rivalizaban con los más apocalípticos relatos de ciencia ficción.

El virus de Ébola, por años considerado como uno más de los muchos peligros propios de un continente habitualmente sometido a guerras tribales y carente de los más elementales mecanismos de prevención y tratamiento de infecciones contagiosas, de pronto fue presentado a la población de los países desarrollados como saliendo de África y llegando a sus naciones a bordo de los vuelos comerciales que tienen lugar todos los días, pasando luego a ser difundido de persona a persona con la celeridad con la que crecen los números en una progresión geométrica.

Luego de un furor que duró varias semanas, el asunto fue desapareciendo de los reportes noticiosos, y el sábado pasado la Organización Mundial de la Salud declaró a Liberia, una de las naciones africanas más afectadas, libre del virus, después de haber transcurrido 42 días desde la aparición del último caso de la enfermedad en su territorio el pasado 27 de marzo.

El virus no fue gentil con Liberia. De las once mil muertes registradas en África Occidental desde que comenzó el brote epidémico el año pasado, algo más de 4,700 ocurrieron allá, el país con más fallecidos en la región. Ahora corresponde analizar las razones que hicieron posible detener su expansión.

El gobierno de Liberia enfrentó al ébola con una agresiva política de concientización que persuadió a la población a reportar y confinar a los enfermos, y a seguir prácticas sanitarias adecuadas para evitar el contagio. Infundió una especie de temor colectivo que traumatizó al país, y estableció rigurosos controles fronterizos para prevenir la entrada de personas infectadas.

Pero aunque los estimados son imprecisos, el costo económico de la enfermedad ha sido muy alto y tomará años recuperar las pérdidas sufridas.

gvolmar@diariolibre.com