Creadores del desarrollo

Una de las razones por las que la distribución del ingreso en nuestro país es tan desigual es que las personas comunes y corrientes, llamándolas así para distinguirlas de los dueños de compañías, no tienen forma de invertir en el capital de las empresas dominicanas. Podrían, naturalmente, crear sus propias compañías, pero la gran mayoría no tiene los recursos suficientes para hacerlo por su cuenta, o carece del conocimiento gerencial necesario, o no posee la vocación para manejar una empresa. Y si decide aventurarse y poner un negocio, es probable que se trate de una actividad basada en su propio trabajo, como es un pequeño comercio, taller, salón de belleza o servicio de transporte.

Sería deseable que nuestras empresas vendieran parte de sus acciones en el mercado financiero nacional, en denominaciones asequibles a la población, pero conseguir ese objetivo depende de que para las empresas sea una decisión racional ofrecerlas en venta.

Si consideran que no tienen necesidad de hacerlo, si les son suficientes los recursos que pueden conseguir con sus propios aportes, créditos bancarios o la colocación de títulos de renta fija a un costo razonable, no lo harán.

El que nuestras empresas industriales, agropecuarias y de otra índole no hayan considerado necesario hacerlo hasta ahora puede explicar también las limitaciones de la economía dominicana para crear empleos de alto valor agregado. Es posible que el desarrollo empresarial se haya orientado hacia sectores establecidos, con un nivel predecible de retorno, evitando involucrarse en actividades para las que se requiere más capital que el que pueden obtener de fuentes tradicionales, o que involucran retornos a más largo plazo que lo que ha sido habitual aquí.

Hace falta lo que en una ocasión describió John Nye, un economista de la Universidad de Washington en San Luis, inversiones que creen grandes ganancias para la sociedad.

gvolmar@diariolibre.com

Gustavo Volmar